No, no hemos terminado todavía: La próxima batalla

Publicado el 10 julio 2015 por Liberal

He explicado en numerosas ocasiones que una batalla jamás ha ganado una guerra total. Aquí estamos en guerra contra la desigualdad, contra las injusticias, contra el hambre, contra la tiranía de Bruselas impuesta a los países pobres del Sur de Europa, contra las injusticias de los banqueros…en definitiva, defendemos la libertad y la democracia. Los gays/homosexuales han conseguido un derecho importante a la igualdad – el derecho a poder casarse y decir que su relación es un “matrimonio” equiparable al de una unión entre hombre y mujer. Hace años, critiqué aquí mismo y aquí también los argumentos patéticos que se usan contra el matrimonio gay.

Mucha gente, sin duda igualitaria y comprometida con la revolución social que defendemos, piensan que ya el debate está zanjado. Pero no es así. La próxima pregunta es la siguiente: ¿Es lícito que las iglesias y otras organizaciones “religiosas” que reciban dinero público sigan discriminando a las parejas gays que quieran casarse en sus iglesias?

En la opinión larga y poética del juez americano Antonio Kennedy, que parecía más bien un poema espiritista y romántico patético intentando hacerse pasar por “opinión jurídica”, al menos sí hizo alusión a esta cuestión.

Kennedy citó la Primera Enmienda de la Constitución americana para defender la proposición de que las religiones y aquellos que siguen religiones pueden seguir “abogando con convicción sincera que, por preceptos divinos, el matrimonio entre personas del mismo sexo no debe permitirse”.

Si os fijáis en la palabrería del juez Kennedy, nótese que sólo usa las palabras “abogar” y “enseñanzas”. A diferencia de los jueces conservadores en el Tribunal Supremo americano, que piensan que existe un derecho fundamental constitucional a EJERCER tu religión, los liberales siempre hemos defendido que no existe tal derecho porque sería TERRIBLE permitir que todo el mundo ACTUARA en base a sus creencias personalísimas y no por lo que exijan las leyes APLICABLES A TODOS. Los liberales solo defendemos que una persona, aunque esté pirada y crea en los angelitos o “voces en la noche”, pueda abogar por sus creencias estúpidas pacíficamente, eso sí.

Al igual que las instituciones universitarias/educativas/religiosas que discriminaban a parejas o matrimonios mixtos entre blancos y negros/otras razas y recibían dinero del gobierno federal americano tuvieron que dejar de discriminar o sufrir consecuencias financieras, creo que esa lección sigue siendo aplicable hoy y debe ampliarse a todas aquellas instituciones que discriminen a los homosexuales que quieran casarse.

No existe ninguna razón legítima para oponerse a los matrimonios gays más allá de intereses particularísimos y prejuicios individuales. El prejuicio individual nunca ha sido nada respetable.

Este debate sobre el matrimonio gay simplemente debe dar el siguiente paso: ser consecuente y empezar a meter mano en todas aquellas iglesias que, lejos de estar comprometidas con una sociedad más liberal, más democrática, más participativa y más igualitarista, se dedican a dar sermones sobre el supuesto “fin” de USA y chorradas similares.

Para nosotros, todo lo que sea acercar más a los seres humanos en igualdad es positivo, pues de lo contrario no seriamos liberales progresistas. Pero yo creo que necesitamos profundizar más en estas cosas. El próximo campo de lucha debe ser poner bajo lupa a todas aquellas iglesias e instituciones que no pagan impuestos, que reciben dinero del gobierno y siguen discriminando. Una cosa es abogar por tus creencias religiosas personales, otra es aplicarlas a otros recibiendo dinero público. Como liberal, no quiero subvencionar con mi dinero a ninguna institución que discrimine o rechace derechos constitucionalmente protegidos. Por ello, va a ser necesario llevar el debate a un paso más e ir legislando para ver cómo hacerle frente a estas instituciones que han amenazado en los últimos días con NO casar a parejas gays si así lo desean. Recordemos que una victoria puntual nunca gana una guerra política. Necesitamos dar más y más caña hasta conseguir todos los objetivos que queremos.