No nos pongamos fonéticos

Publicado el 20 julio 2014 por Angeles
 Uno de los aspectos de la lengua española que más gusta a los extranjeros que estudian nuestro idioma es que la ortografía les resulta muy fácil, porque es “muy fonética”. Esdecir, que entre la forma en que se escriben las palabras y la forma en que se pronuncian hay una correspondencia casi exacta: al contrario de loque ocurre en muchos otros idiomas, en español la m con la a siempre se pronuncia ma; la p con la o siempre se pronuncia po, etc.

Antonio de Nebrija (siglo XV),
el primer ortógrafo español

Es cierto que hay algunos escollos en ese mar tranquilo, como la h, que se escribe pero no se pronuncia; la existencia de b y v, que siendo grafías diferentes representan el mismo sonido; las combinaciones ge y gi,que suenan igual que je y ji, y algunos otros casos similares, que nos obligan a aprender específicamente que determinada palabra se escribe de una manera y no de otra. Poca cosa, me parece, sobre todo si se compara con otros idiomas cuya ortografíaes mucho menos fonética y cuyo caso extremo es el inglés.Por eso me llama mucho la atención que haya hispanohablantes que se quejen de la ortografía española y digan que hay que modificarla para que sea total y absolutamente fonética y represente con total fidelidad la pronunciación. Pero ¿la pronunciación de quién?, cabe preguntarse. Porque obviamente una misma lengua no se pronuncia igual en todas las áreas geográficas en las que se habla.Pero eso es lo que propone Juan Andrés Gualda Gil, que, en su libro Ortografía americana de la lengua española y en su web, promueveuna renovación de la ortografía para los países hispanoamericanos, ya que, según dice, la ortografía que compartimos los hispanohablantes no refleja de ninguna manera la forma en que se pronuncia el idioma en dichos países.
Y, coherente con su propuesta, escribe de aquesta manera:
 “A pesar de qe la lengua en America ha experimentado sustansiales cambios y es hablada por unos 420 millones de personas (nada menos qe el 93% de todos los hispanohablantes), las normas linguisticas qe la rijen son las del dialecto castellano hablado tan solo por unos 30 millones en el sentro y norte de España.”
 Pero si nos vamos a poner fonéticos, nos ponemos del todo. Y como la ortografía española tampoco refleja la forma en que se pronuncia el español en Málaga o en Córdoba, por ejemplo, ¿habría que pedir por ello una ortografía para cada zona geográfica? Con lo práctico y lo útil que es compartir una ortografía común, con la que todos nos entendemos; una ortografía que, por cierto, no refleja ni pretende reflejar una pronunciación específica de una zona, sino una pronunciación estándar, de referencia, es decir, un modelo consensuado de lengua, libre de las peculiaridades fonéticas de las distintas regiones donde se habla esa lengua.
 Se supone que con esta renovación ortográfica propuesta por Gualda Gil se pretende resolver, entre otras cosas,  “el caos ortográfico que existe actualmente en el ámbito escolar”, según leo en la web Pero a mí me da la sensación de que ese supuesto caos se convertiría en una verdadera catástrofe si se introdujeran las modificaciones que este lingüista defiende.
 Pensemos por un momento en los libros. ¿Se utilizarían los que están escritos con la actual ortografía mientras se les enseña a los niños la nueva? ¿Estarían las editoriales dispuestas a reeditar todos sus libros, reescritos con la nueva ortografía? ¿Cuánto les costaría eso a las editoriales y cuánto al consumidor?
 También me resulta curioso el hecho de que se propongan cambios ortográficos a tan gran escala cuando tanta polémica y rechazo se genera ante la mínima modificación que proponga la RAE. Rechazo que quizá se deba a que el hablante no acepta fácilmente que se modifique de un plumazo  su patrimonio cultural más íntimo y su herencia recibida. 
 La cuestión es que la ortografía está siempre sujeta a cambios y tiende a la simplificación, como demuestra, sin ir más lejos, la propia historia de la palabra, que originalmente se escribió orthographía. Pero esta evolución ha de producirse de manera gradual,  sin imposiciones ni prisas, como demuestra, a mi modesto entender, el hecho de que en diferentes épocas haya habido otros intentos de renovar la ortografía española que han fracasado.
Dicen los que apoyan estas propuestas que dicho fracaso se debe a las imposiciones de la RAE, que al parecer debe de tener un gran poder y dominio sobre las academias americanas. Pero lo cierto es que en otros países, como en Estados Unidos y Reino Unido, también, desde el siglo XIX,  se han hecho intentos de simplificar la ortografía inglesa y también han fracasado. Lo máximo que se ha logrado ha sido la eliminación de algunas letras superfluas en algunas palabras, o la convivencia de dos formas, como phantasy y fantasy.
¿Qué opinan ustedes? ¿Les parece la ortografía española tan difícil, tan complicada y caprichosa como para que se haga necesario remodelarla por completo? ¿Bastaría con leer algún libro de vez en cuando para que la forma escrita de las palabras se aprendiera de manera espontánea?
 

En este supermercado de Madrid ya han modificado
 la ortografía por su cuenta.
 


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