Jamás pensé que diría esto, pero es cierto, ¡no quiero que sea viernes! Me viene a la memoria los viernes de mi niñez. El timbre del colegio anunciando a media tarde el final de la larga semana, y el principio de todo un fin de semana para hacer las tareas propias de la infancia. Qué grandes recuerdos. También me viene a la memoria los magníficos viernes de mi adolescencia. Era el día más esperado, el día que daba rienda suelta a esas hormonas adolescentes ávidas de disfrutar de los placeres de la vida. Pero ahora es todo lo contrario.
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