Beckham ha salido como modelo en un anuncio de ropa interior. He tachado a la compañía del anuncio de mi lista de suministradores de ropa interior. No les volveré a comprar. Rectifico: no les compraré por primera vez, que me acabo de dar cuenta de que nunca les he comprado. Mis motivos son estos:
+ Si una compañía se molesta en contratar al Beckham para que le haga publicidad a su ropa interior, seguro que no vende calzoncillos a euro la docena, que es mi presupuesto.
+ Si el Beckham aparece en calzoncillos ante una mujer, ésta le piropea primero y luego le dice: “Qué calzoncillos más bonitos llevas y lo bien que los llenas”. Si yo aparezco en gayumbos ante una mujer, primero se ríe y luego me dice: “¿Y esos gayumbos?” Sí, otra diferencia es que Beckham usa ropa interior o calzoncillos o bóxers. Yo, me ponga como me ponga y me haya costado lo que me haya costado, siempre llevaré gayumbos.
+ Para mí el gayumbo no es más que un pedacito de tela que evita que las partes nobles se rocen con el pantalón. Una función adicional del gayumbo es no hacerte quedar en ridículo si se te rompe el pantalón y se te ve por la raja. Dado que lo que les pido a mis gayumbos es muy limitado, no me merece la pena gastarme en uno más de diez céntimos de euro.
+ ¿Y si un día ligo y a la chica no le gustan mis gayumbos y eso da al traste con la operación? A medida que pasan los años cada vez domino mejor la teoría del ligue y cada vez se me da peor la práctica, así que dudo que la situación descrita se vaya a producir.
+ Y la principal razón de todas: me sentiría mal rascándome los huevos con unos gayumbos que me han costado diez euros.