Las peleas de ritual son tan innecesarias (y tan infantiles) como jugar con canicas. "La gente que riñe disfruta las discuciones, pero éstas van deteriorando la relación" dice el sicólogo Andy Evans. Discutir de lo mismo crea parones, y estos es nocivo para la intimidad. Dices las frases de siempre, como una obra ensayada, y evitas el intercambio de ideas tirándole la puerta en la cara o durmiendo en otra cama.
TEORIA
1. Recuerda que para terminar una discusión, no hay que ganarla.
2. Si te critica por un defecto que sabes que tienes, acéptalo.
3. Exagera tus propias faltas para que se conviertan en un chiste.
4. Haz que quede claro que le estás prestando atención.
5. Acepta sus puntos de vista.
6. Di "Sí" y "No". Evita "Sí, pero..."
7. Habla lentamente. Al final, dirás todo lo que tienes que decir.
8. Limítate al tema que están tratando.
PRACTICA. Raquel, de 25 años, y Esteban, de 27, siempre discuten. "Usábamos las discusiones como preludio del sexo, porque nos excitaban. Pero comprendimos que es negativo basarse en la cólera, así que cuando le dije que era la persona más exasperante y más desordenado que había conocido, me replico ¡Soy un caos en dos piernas!... y, en vez de acostarnos peleando, nos acostamos muertos de risa".
RESULTADO. "No pude 'darme cuerda' para enojarme. El estaba arrepentido y me dio la razón, además me hizo reír. No creo que estas tácticas funcionen para los problemas serios, pero para evitar las riñas de la vida diaria, son una bendición de Dios".