No se estila

Publicado el 27 noviembre 2018 por Salva Colecha @salcofa

Llamadme antiguo, momia retrógrada o lo que queráis, pero en serio que la degradación que estamos viviendo en el ambiente no puede llevar a nada bueno. Igual va y María Dolores Pradera tenía razón cuando pedía un señor chapado a la antigua, con jazmín en el ojal y todo eso.Puede que sea cosa de que uno ya va entrando en años, o quizás, simplemente es que me toca bastante las narices ver como, poco a poco se pierden las formas y vamos entrando en el terreno de la falta de respeto. Aunque creo que no soy el único porque hasta por la RAE (limpia, fija y da esplendor), ayer mismo en la presentación del “libro de estilo” con el que nos quieren enseñar modales al escribir por internet (pobrecitos míos), nos dejaron claro que están al borde del HaraKiri al ver lo que se lee por estos montes reales.

¿Qué a Santo de qué viene esta regañina a estas horas? Pues resulta que nuestros queridos representantes nos están ofreciendo día tras día un espectáculo grotesco en el que se esfuerzan en demostrar que no son más que una panda de gamberros que no están a la altura de la tarea que les hemos encomendado confiándoles nuestro voto. ¡Menuda cruz! ¿De verdad merecemos que el legislativo funcione a “grito pelado” como las verdulerías de mercadillo de arrabal? ¿Tan poco respeto nos tienen? 

Han transformado  el arco parlamentario en un zoco moruno en el que el respeto por el adversario ha caído por la ventana descuidando lo que les hemos encomendado, intentar hacer de esta ciénaga un Estado de Derecho y Bienestar.  En cambio ellos a lo suyo, siguen alimentando a los tiburones y entreteniéndonos con espectáculos de varietés y óperas bufas. Así no vamos a conseguir nada más que bochorno. Merecemos algo mucho mejor. No sé si este show se debe a que la “clase política ha degenerado” en las formas (no creo) o si se debe al reflejo de una sociedad que ha perdido las formas hasta límites rastreros, en parte gracias al encanallamiento de las formas en los medios de comunicación que no dedican un segundo a “pulir la imagen” y en cambio nos invaden con personajes grotescos e imposibles porque es lo que vende.  Pero el caso es que la violencia verbal, los comportamientos de baja estopa y la ausencia de respeto han invadido nuestra vida pública de una forma tan grave que hasta en la RAE se han dado cuenta. Todo es bronca e insulto por parte de unos pocos a quienes el resto les hacen los coros y  danzas ocasionando el descrédito generalizado de las instituciones sin que pase nada, más bien al contrario, ganan protagonismo y notoriedad en una sociedad acostumbrada al ruido vacío. 

“Golpistas, Fascistas, Sucios, estiércol y serrín” son lindezas oídas desde las tarimas de una institución que debiera se honorable y que ha quedado a la altura de la barra de cualquier tasca. Son palabras que intenta esconder la presidenta del Congreso quitándolas del Diario de sesiones para que “las generaciones venideras” piensen que vivíamos un cuento de hadas y no sepan como se las gastaban estos sujetos. No creo que sea la solución, más bien deberíamos remárcalas en negrita con una foto del Cicerón en cuestión que las ha emitido, para mayor vergüenza, y para que se vea como NO SE HACE política de hemiciclo.  

Lo que parece claro es que hay días en los que deberíamos cerrar el Congreso y tirar la llave al mar porque para conversaciones de este nivel ya tenemos los garitos y de paso ahorraríamos el esfuerzo que debe suponer a los profes que intenten explicar que esos comportamientos no son correctos y que hay que esforzarse por guardar cierta corrección. ¿Os acordais cuando Bono reprendió a Sebastián por no llevar corbata?¿quién lleva corbata ahora?  No es que pretenda la vuelta de la retórica de Cánovas, Sagasta y los decimonónicos con monóculo y chistera ni que pretenda que nuestros diputados vayan disfrazados, pero de aquí a la taberna va un mundo. 

Al final con estos espectáculos y estas faltas de respeto quienes de verdad se resienten somos todos nosotros, que acabamos perdiendo el respeto en las instituciones y al final la fe en la democracia y eso no se cómo se puede recuperar porque si llegamos a este punto, ¿Qué nos queda sino la barbarie?