No se merecen nuestro voto

Publicado el 01 noviembre 2018 por Franky
Pronto tendremos elecciones en Andalucia e inauguraremos un periodo intensamente electoral en España. Los políticos no se merecen nuestro voto, tanto si son de derecha como si son de izquierdas. No se trata de votar derecha o izquierda, sino de votar a los verdugos o no votarlos. Aquí hay 450.000 políticos de todos los colores y tendencias, colocados en el Estado, que viven de nuestros bolsillos, mientras nos acribillan a impuestos y, como no tienen suficiente, despilfarran y nos endeudan por cinco generaciones. Votar a esa gente es de imbéciles y de masoquistas. --- Si analizamos con frialdad y sin pasión el balance de exitos y fracasos que nos ofrecen los políticos de la falsa democracia, nos daríamos cuanta de que son vampiros fracasados que han destrozado el país, la prosperidad, la ilusión, la decencia y el futuro. Es casi imposible sentir orgullo ante la obra realizada por la clase política española. El país que se dispone a votar es un país engañado al que se le esconde la realidad con la ayuda de los grandes aliados de la clase política: los medios de comunicación y los periodistas sometidos al poder.

España es un país sin memoria y sin cerebro. El muro de Berlín cayó hace casi tres décadas y en España seguimos votando comunismo, una fuerza política del pasado que fue derrotada por su propio pueblo y que ahora, en España, se perfila como la tercera o cuarta del país, gobernando ya al lado del socialista Sánchez.

La lista de sus errores, fracasos y fechorías es inmensa y desgarradora: han robado a manos llenas, han construido un Estado tan lleno de políticos a sueldo que es imposible de mantener, nos exprimen con impuestos desproporcionados, han desprestigiado la democracia, se han hecho odiosos y el pueblo los rechaza, han llenado el país de desempleados y de nuevos pobres, han acabado con la esperanza y con la ilusión, la ley que ellos han impuesto no es igual para todos, Hacienda ha dejado de ser de todos y la democracia es una farsa.

¿A estos tipos vamos a votar? Por Dios, reflexionemos. No se merecen nuestro voto.

Gracias a los políticos, España es uno de los paises menos democráticos del mundo occidental y uno de los mas desiguales e injustos. Destacamos en casi todas las suciedades: tráfico y consumo de drogas, violencia de género, baja calidad de la enseñanza, fracaso escolar, blanqueo de dinero, alcoholismo, trata de blancas, prostitución, refugio para el dinero sucio, impuestos abusivos, cantidad de coches oficales, despilfarro, endeudamiento enloquecido, desempleo, desamparo de los débiles, fuga de cerebros, saqueo de las arcas públicas, estafas impunes a los ciudadanos, facturas energéticas abusivas, Justicia sometida al poder político, nula representación de los ciudadanos en el Congreso y el Senado, partidos políticos sin controles, medios de comunicación comprados, independentismo desatado, regiones en rebelión, descontrol de la inmigración, desilusión de los jóvenes, miedo a que no puedan pagarse las pensiones, dinero en paraísos fiscales, y una larga lista de fracasos y canalladas que, si desciende a niveles de detalle, podría ser interminable.

Votar a los responsables de todos esos destrozos, suciedades, injusticias y fracasos y ratificarlos para que sigan cazando y asolando es una verdadera estupidez y una traición a la ética y a la ciudadanía.

Ellos no son imprescindibles. Lo han hecho tan mal que cualquier ciudadano decente y con cierta experiencia en la vida diaria lo haría mejor. No necesitamos a políticos profesionales que viven y hacen carrera de una política que debe ser un servicio y que para ellos es un camino de privilegios, ventajas y dinero, siempre sin rendir cuentas y sin pagar por los estragos que causan.

Necesitamos con urgencia cambiar de rumbo, lo que implica sustituir a los partidos que han destrozado la nación por otros con valores y que apuesten por la honradez, la eficacia y el servicio a la ciudadanía. Seguir votando a los corruptos que han construido esta España postrada y prostituida es estupido y masoquista.

Francisco Rubiales