Revista Diario

" No se puede ideologizar la crianza, como no se puede ideologizar el amor, ni el sexo, ni la libertad"

Por Tenemostetas
(Nuevas oportunidades para seguir conociéndonos mejor a nosotros mismos).
Por Ileana Medina Hernández
Desde el estupendo blog "Psicodinámica y Humanismo" del psicoterapeuta José Luis Cano Gil me llega esta alusión que asumo como un buen punto de partida para seguir reflexionando y creciendo en torno a estos temas.
Dice arrasadoramente José Luis:
"Si quieres criar bien a tu hijo, simplemente hazlo. No necesitas ser feminista para ello. (...) La crianza es, en todo caso, un asunto de derechos humanos, de derechos civiles, de bienestar social, de salud pública, etc, pero no un asunto feminista. Y lo mismo cabe decir del propio feminismo: ¡es innecesario!"
¿Qué puedo decir ante esta frase incontestable? :-)
Muy cierto que las etiquetas, sean del tipo que sean, son limitantes. Si de lo que se trata precisamente es de superar el "pensamiento binario",  las etiquetas del tipo machista/feminista sobran.
Pero es que el pensamiento binario hace falta -al menos en una etapa- para salir de la fusión, del amnios. Igual que un niño no puede desarrollarse si no es capaz de distinguir primero lo salado de lo dulce, o lo azul de lo amarillo, o la madre de sí mismo, quizás los seres humanos no podemos desarrollarnos si en algún momento de nuestras vidas no somos capaces de darnos cuenta que el cosmos, el Orden en el que hemos vivido ha sido el Orden Patriarcal.
Hay que darse cuenta de eso primero. El segundo paso es darnos cuenta de que el Feminismo de la Igualdad sigue siendo un gran exponente del Orden Patriarcal. El tercer paso es simpatizar con el Feminismo de la Diferencia (que quizás es el pecado que ves en esos artículos que citas, ninguno de ellos escrito directamente por mí, aunque sí suscritos). Y el cuarto paso, quizás entonces, es el de poder SUPERAR EL PENSAMIENTO BINARIO (las etiquetas, los -ismos) e integrarnos en una verdadera madurez de conciencia.
O, por lo menos, ese ha sido un poco mi camino y el camino que veo a nivel social. A lo mejor es el camino más largo para llegar a donde nunca debimos haber salido: la fusión universal. (Pero me temo que esa es la falacia pre/trans de la que habla Ken Wilber).
A lo mejor ustedes como hombres tuvieron fácil el salto del primer paso al cuarto, y las mujeres hemos tenido que recorrer un camino más largo, precisamente por haber sido víctimas, por haber tenido peor la autoestima. O bueno, a lo mejor es tan simple como que cada uno sigue el que buenamente encuentra y puede.
Nunca me he considerado feminista, y creo que desde que abandoné con 20 años la Juventud Comunista de Cuba, a riesgo de ser expulsada de la Universidad y de que me pudieran anular  de por vida en aquel país, me prometí a mí misma no volver a ponerme ninguna etiqueta ideologizante.
Sucede que, al comenzar a ahondar en los asuntos de la maternidad, caí en "la trampa" (o no, simplemente era una etapa que tenía que procesar) de asombrarme de una cosa obvia: embarazo, parto y lactancia son parte de la sexualidad femenina. La "exclusividad" de este hecho biológico en las mujeres, me llevó a buscar qué decían las feministas al respecto.
He leído muy poco a autoras feministas. Pero me pareció apasionante el análisis intelectual -que no ideológico, aunque no sé si pueden separarse- que puede hacerse de la crianza, a la luz de esos dos grandes pilares teóricos del siglo XX: el psicoanálisis y los feminismos, a la vez tan enemigos entre sí, y tan parecidos en el fondo como tú bien apuntas.
Es indudable, que al menos en un momento histórico determinado, el feminismo fue necesario para avanzar socialmente (como también el psicoanálisis, probablemente las dos corrientes de pensamiento social más importantes del siglo XX). Pero me tropecé con lo obvio: lo que dices tú, José Luis. La mayor parte del pensamiento feminista cae en lo mismo que critica. Y probablemente me fui yo también por el sumidero y terminé cayendo, no digo que no.
En ningún momento, sin embargo, me he declarado a mí misma "feminista". Incluso hubo una anterior polémica al respecto, donde dije: "si soy o no feminista es lo de menos. Las etiquetas me importan un comino".
Sin embargo, frente a los ataques que la lactancia materna recibe por parte de feministas de pro,  me pareció interesante la posibilidad de aunar posturas, a partir del hecho de que la lactancia materna puede ser un contenido feminista, o digamoslo de otro modo, contribuye a mejorar la autoestima y la salud de las mujeres, tal como también cree la ex-presidenta de La Liga de la Leche en Francia  o la organización internacional WABA.
Embararse, parir y ofrecer lactancia es, desde luego, una experiencia corporal que sólo tenemos las mujeres, y como tal, lo que las corrientes de pensamiento y expresión producidas por las mujeres piensen y sientan sobre ella, me parece digno de tener en cuenta.
Eso, en análisis de tipo intelectual. Escribir en un blog es a fin de cuentas un acto del intelecto (en el mejor de los casos :-P). Que la crianza es un problema básicamente de afectos, de vivencias, de actitudes, de acciones concretas y no de palabras, desde luego.
Que el hecho de que una mujer amamante o no a su cría trasciende en mucho cualquier aproximación intelectual al tema, por supuesto. Que la crianza es mucho más que lactancia, pues también.
Que yo peco, y caigo en los propios vacíos de mi "niña interior", desde luego. Que es mi propia niña interior no amamantada, que son mis propias cuentas pendientes con mi historia personal, las que me hacen ser o menos vehemente, por supuesto.
Además hay que tener otra cosa muy en cuenta: hay muchos tipos de feminismos. Si con algún feminismo puedo simpatizar (que no militar) jamás será con uno que propugne un "machismo a la inversa", una ginecocracia. Tampoco con el de esa "igualdad" que consiste en mutilar nuestras partes femeninas (embarazo, parto, lactancia) para poder competir en productividad con los hombres. Y menos todavía con esas teorías sobre crianza y organización social que se enorgullecen de ser el "término medio", que dicen pues mitad pá ti y mitad pá mi, cuando lo que hay para repartir es tan extremadamente poco.
Pero reconozco que las palabras "feminismo" igual que "matriarcado" pueden tener mucho peso negativo. El peso de parecerse demasiado a "machismo" y a "patriarcado".
Quizás por eso a ti te parece mejor la etiqueta "humanista". No digo que no, quizás filológicamente sea mucho más apropiada. O quizás todavía mejor "ecologista" (para incluir a todo el sistema viviente en su conjunto). O quizás haya que buscar una palabra nueva. Conceptos que engloben mejor la decisión de buscar soluciones personales y sociales donde todos vivamos mejor.
Lo que sí es cierto es que -aunque a veces se nos escape la tentación de sacar banderas y puños en alto- la lactancia y la crianza no se mejoran con "consignas" y menos aún con obligaciones. No se puede imponer la crianza, precisamente porque no es intelectual ni racional, porque no se pueden imponer los afectos, las emociones, el amor, el sexo.
Pero sí podemos defender nuestros derechos (no basta, por ejemplo, con desear amamantar, si las prácticas hospitalarias erróneas o la presión social intensa terminan con ella) , y a veces, en este terreno, una cosa se parece peligrosamente a la otra.
Como bien dice uno de los sensatos comentaristas de tu blog:

"Ante esto solo queda la revolución... pero la interior. La social ni está ni se la espera, y si algún día llega será porque hay suficientes individuos que han triunfado en sus propias revoluciones interiores."
La revolución interior, la revolución calostral, la que cada una de nosotras hace cuando amamanta a su hijo acompañada y en fusión con su pareja, la que cada familia hace en su propia cama.
PD: Gracias, José Luis. Un abrazo grande.

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