No somos distintos / Los padres hombres

Por José Mª Ruiz Garrido @laparejadegolpe

Una de las preguntas que siempre aparecen en entrevistas o cuestionarios sobre el mundo bloguero cuando hay un padre de por medio, es acerca de las diferencias que hay entre lo blogs de madres y los blogs de padres. Es muy socorrido responder que los hombres aportamos nuestro particular punto de vista, que hacemos mucha menos promoción de productos -las marcas siguen ignorándonos-, y que solemos recurrir más a menudo al humor.

Puede que sea verdad, pero no creo que se queden ahí las diferencias. En un evento comenté que en los blogs de papás no solíamos hablar nunca de sexo. Y a veces he leído que muchos nos centramos más en el ocio con nuestros peques, viajes, juegos, actividades. También que usamos nuestros blogs para hablar de educación, de salud, de igualdad, de feminismo... Pero la diferencia no es tanto sobre lo que escribimos sino en lo que falta. Y no dejo de advertir una leve pauta en todo esto. Y no sé si identificarlo como una especie de micromachismo...

Estoy rodeado de padres. Veo a otros hombres, amigos y conocidos, a otros papás en el trabajo, en la puerta del cole y en los parques. Son cariñosos con sus hijas e hijos, los cuidan, los protegen, los crían, los educan. Cada uno a su manera. Cada uno hacemos lo que podemos. Puede que yo no esté de acuerdo con las ideas y los valores de alguno, o con su forma de ver la vida y educar. Pero ni soy quién para juzgar u opinar, ni pongo en duda el amor y el compromiso que tienen con sus hijos. No somos distintos. Y son muchos, son legión.

Lo que sí me resulta chocante es lo mismo que ocurre con los blogs de paternidad. Y ahí es donde creo detectar esa sombra de micromachismo. Los hombres no hablamos de crianza. Me refiero a hablar entre nosotros. Es difícil coincidir en una charla entre hombres y comentar estos temas, o simplemente hablar de crianza y paternidad. A los padres nos cuesta hablar de los cuidados, del cariño, del día a día con nuestras criaturas, o de los miedos y dudas. ¿Por qué no lo hacemos? ¿No nos interesa, no nos sale, no estamos acostumbrados? ¿Es parte de la carga mental que aún no tenemos instalada y asimilada, como nos contaba hace poco el amigo Carlos? ¿Nos sentimos extraños hablando de cuidados y cariño? ¿No es masculino?

Imagino que si un hombre lee un blog como el mío, es porque le interesan temas de crianza. Pero luego en el trabajo, en la cafetería, en el parque, en las redes sociales, los hombres no hablamos de estas cosas. No digo que siempre sea así, pero si charlamos sobre nuestros hijos, seguramente será sobre los juegos o las películas que les gustan, el cole y las actividades a las que les hemos apuntado o los álbumes de cromos. Con el tiempo, entre los amigos blogueros que hemos ido haciendo lazos más estrechos y compartimos algún chat, sí que hablamos de nuestras criaturas y de nosotros, nuestras alegrías, agobios y dudas, de momentos tiernos y de sentimientos. Y es un apoyo y un acompañamiento único. Pero fuera de esos pequeños círculos la cosa cambia. Fuera, los hombres no hablamos.

Yo llevo casi siete años hablando de crianza en este blog, mi ventana. He intentado dar visibilidad a la paternidad, a mi paternidad. Que será más o menos consciente e involucrada, pero es de la única que puedo hablar. Tampoco quiero caer en el ombliguismo paternal, como dice mi amigo Carles. Luego pienso, veo, leo y escucho, y no somos distintos ni especiales. Veo a otros padres, todos cuidan a sus hijas e hijos. E imagino a alguno leyendo este blog o el de otros compañeros de Papás Blogueros, y pensando "menuda tontería", "si eso es lo normal", "también me ha pasado y no es para tanto", "este cretino se cree que ha inventao la rueda"... No todos pensarán así, pero no puedo dejar de imaginarlo. Y tampoco faltarán los que piensen "nenaza", "menudo calzonazos", o "habla por ti"... En fin. #NotAllMen.

Yo solo puedo hablar desde mi ventana. Y no puedo esperar que nada cambie ahí fuera. El cambio es individual, y de ahí que piense e insista en la necesidad de visibilizar. Hablar es liberador, sanador, y te abre los ojos y la vida a temas importantes. Una vez abierta esta ventana, hace tiempo que dejé de sentirme "el raro". Al contrario, lo que encuentro extraño es que nos cueste tanto hablar de sentimientos. O incluso sentir que las conversaciones sobre cariño y cuidados no se desarrollen de forma natural, no fluyan. Porque si cada niño es un mundo, cada padre es otro. Y cada uno tiene su mochila.

Como contesté en una pequeña entrevista hace poco, la paternidad es una construcción cultural, y como género los padres hombres hemos estado agarrándonos a la excusa biológica y la educación heredada del sistema para escurrir el bulto durante generaciones. Y una de las taras que llevamos en la mochila es la excusa de la masculinidad para no poner a los hijos e hijas en el centro de nuestras vidas, y asumir y hablar libremente de sentimientos, de cuidar y de criar, de mostrar cariño y amor. Cada uno se plantea y vive su propia paternidad como puede. Ninguno podemos ser la madre o el padre perfectos, pero sí podemos mejorar en los aspectos que cada uno necesite. Y para eso es esencial ser consciente, aprender, educarse y educar, compartirlo y expresarlo de forma natural y abierta. Dejarse de excusas. Hablarlo.

Quizás por todas estas vueltas que le doy al mundo de los blogs, la paternidad y la masculinidad, sigo reivindicando mi derecho a ser #PapáÑoño. Y a contarlo.