Carola Chávez
“Yo también quiero quemar esta vaina, pero hoy no es el día” -decía Juan Requesens a un grupo de encapuchados que llevaban días atacando la base militar de La Carlota. Unos días después, ante una delirante audiencia mayamera, contaba Requesens, con tono de sabroso, cómo él y sus panas mascachicles, los que en 2007 mostraban las nalgas a modo de arma de destrucción masiva, los que decían “no somos políticos, somos eeeees-tu-dian-tes, clap, clap, clap”… cómo esos estudiantes manos blancas Otpor, hoy diputados en desacato NED, se dedicaban, en cuerpo sin alma, a crear las condiciones para una intervención militar gringa contra Venezuela.
Luego de cuatro meses de violencia y muerte, ellos, que juraron desde Twitter que no dejarían las calles hasta que cayera la dictadura, corrieron a inscribir sus candidaturas para las gobernaciones, cada uno aspirando a un estado, mientras más estratégico, más dólares, you know…
Así Requesens sueña con la gobernación de Táchira, pegadita a Colombia, la de las siete bases militares gringas, la de los paracos, la de Juan Manuel Santos, que llora todos los días por nosotros mientras los colombianos se mueren de desidia; la de Uribe, al que le faltaron cojones… ¡Una pelusa!, diría mi papá. Su compañero, Juan Manuel Olivares, líder terrorista con estetoscopio, aspira a la de Vargas, la puerta de entrada a Caracas, nada más y nada menos. Y Guanipa, el Zulia, y Feo La Cruz, Carabobo… Y, así, uno en cada estado, impunemente, porque así es su democracia de la perra gana.
Pero nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Ya no podemos seguir dejando pasar para tener que soportar sus periódicos brotes de violencia, cada vez más feroces, más sangrientos, siempre dirigidos desde el norte, siempre comandados por sus mismos peones y siempre el cinismo de quien se sabe amparado por la impunidad.
Nos empujaron tan cerca de la violencia sin retorno, con una irresponsabilidad espeluznante, como si fuera una fiesta. Vimos la cara del terror, del odio, vimos a quienes lo azuzaban, con su pasaporte en el bolsillo, eso sí. Los vimos conspirar abiertamente contra el país, contra todos los venezolanos, y hoy pretenden que los veamos con sus máscaras de demócratas en el tarjetón electoral. No señor, ya no somos los mismos, no podemos serlo.
@Tongorocho
Anuncios