No te dejes la piel en la playa. Guía para principiantes

Por Botikaria

Ganas de verano, y de sol…pero no de arrugas, ni manchas, ni quemaduras …ni lo que es peor, cáncer de piel.  Tomar el sol responsablemente se ha convertido en un must gracias a dermatólogos y farmacéuticos que nos conciencian de que tener un tono dorado en verano ha de ser una acción meditada y gradual, sin comprometer nuestra salud. Lamentablemente para muchas de nosotras esto llega algo tarde, ya que el 80% del daño solar se recibe antes de los 18 años, y dado que la piel tiene memoria (y de la buena), a medida que pasan los años nos recuerda las toneladas de sol que hemos tomado sin protección. Shit! Casi un siglo equivocadas, y ahora que sabemos tooooda la verdad, todavía nos resistimos a vernos blancas como a principios del XX. Pero chicas, ¡si lo retro se lleva! …

y lo que es más importante, tanto dinero gastado en cremas antiaging y resulta que el fotoprotector ¡es el mejor antiedad que existe!

Porque no olvidemos que el sol es necesario para sintetizar la vitamina D y recargar pilas, pero… ¿sabemos cómo disfrutarlo sin pillar algo más que un moreno y buenas sensaciones? Te damos 7 puntos de sabiduría para que te cuides al máximo:

1.  Malditos rayos UV

UV es la radiación ultravioleta de la que desafortunadamente no nos protege nuestra piel. Todo lo contrario. Dependiendo de si los rayos son A o B nos producirá una serie de alteraciones en la misma, y combinados, son la primera causa de melanoma.

UVA son los responsables del fotoenvejecimiento y las alergias solares. Atraviesan nubes y cristales, así que también atraviesan nuestra epidermis, llegando hasta la capa media, la dermis, y debido a la acumulación de exposiciones, nos ocasionan en el medio y largo plazo arrugas, manchas y flacidez. Todo lo que luego queremos combatir con el antiarrugas. Tiene su gracia ¿no?

UVB son los responsables de los estragos a corto plazo si no respetamos los tiempos de exposición. Penetran en la capa más superficial de la piel, la epidermis, con efectos agudos como la quemadura (eritema solar) y la fotoinmunodepresión (si has tenido un herpes después de los primeros rayos de sol, ya sabes de qué hablo).

2. SPF o FPS

Lo mismo da que da lo mismo. El primero es inglés: Sun Protection Factor, el segundo, español: Factor de Protección Solar.  Sin protección, nuestra piel empieza a quemarse en menos de 10 minutos (variará en función del tono de piel). La teoría dice que el SPF multiplicado por esos 10 minutos nos indica el tiempo de exposición que podremos permanecer bajo el sol sin quemarnos. La realidad es que es mejor no tomarlo en consideración, ya que crea una falsa seguridad de protección que no es cierta, pues también depende de otros factores que verás en los puntos siguientes.

Además, el SPF sólo te protege de los rayos UVB – los que igual te broncean que te queman la piel. Para prevenir el fotoenvejecimiento (UVA), hay otra medición que es el PPD (en inglés, Persistent Pigment Darkening, en cristiano … pues eso, el índice de protección frente a los rayos UVA). Aquí no esperes factores del 50 ni nada por el estilo, ya que con un 8 (alto) o un 14 (muy alto) tendríamos una buena protección.

3. Aplícalo bien

No vale llegar a la playa, montar la sombrilla (porque algo ya te has concienciado) y empezar a aplicar el solar. Hay que venir aplicadita de casa. Como mínimo entre 20 y 30 minutos antes de ver un rayo de sol. Y un plus? hacerlo ANTES de ponernos el traje de baño. Así no dejaremos zonas sin proteger como los bordes del bikini, que luego evitamos como la peste para no dañar la prenda que nos costó un ojo de la cara.

La cantidad que debemos usar es otro gran desconocido. Para alcanzar el factor de protección que indica el envase, debemos aplicar 2mg por cm² de piel, lo que para un adulto normalito equivaldría a pelota de golf por aplicación. ¿Lo haces? Si gastas un envase a la semana, eres de las que sabe. ¡Y todavía nos preguntamos si la crema de un año dura para otro!

4. ¿Y cómo decido el SPF correcto?

Si quieres hacerlo de manual, primero averigua cual es tu fototipo, es decir, el grado de sensibilidad de tu piel al sol. Va del 1 al 6, siendo 1 la piel más blanca y por lo tanto, más fácil de quemar y 6, la piel más morena.

Luego averigua el índice UV (riesgo de radiación) de la localidad donde estés. No es lo mismo estar en un hemisferio que en otro, ni en otoño o verano,  y ya puestos, ni en campo o playa. Todo influye. Se mide de 0 a 12, siendo 0 riesgo-nulo, y de 8 en adelante, quédate-en-casa.

Pero la recomendación es más sencilla que todo esto: no uses menos de un SPF30 ni superior a SPF50. ¿Por qué?

Con lo que nos cuesta calcular la pelotita de golf, siempre vamos a quedarnos escasos en la aplicación y, aún siendo lo más generosos posibles, nunca alcanzaremos el factor indicado en el envase. Así que usando el de 30, (como solemos aplicarnos el 25% o 50% de lo indicado ) al menos conseguiremos una protección aceptable. Y por encima de 50, el caso es que el índice de protección (los rayos que filtra) no varía mucho a partir de ese factor. 50 o 90 nos protegen prácticamente igual, así que ahora todo lo que supere 50 se denomina 50+

5. Reaplicar

¿Conocías esta palabra? Pues debe entrar en tu vocabulario a marchas forzadas porque de otra manera los 4 puntos anteriores no servirán para nada. Por mucho SPF que nos garantice cierto tiempo bajo el sol, no servirá de nada si desaparece al poco de aplicarlo. Siempre hay que reaplicar cuando nos hemos secado con la toalla, tras el deporte o acabamos de salir del agua. Y si no hemos hecho ninguna de las acciones anteriores en las 2 últimas horas, toca reaplicar sí o sí.

Aún así usa la cabeza y si en lugar de usar una crema, usas spray o aceite, renueva incluso con más frecuencia, ya que aplicamos menor cantidad y además se evapora antes. Lo mismo si estás en primera línea de playa a 40 grados (más reaplicaciones) o son las 7 de la tarde (menos reaplicaciones). Lógico ¿no?

6. ¿Corporal o facial?

Claro que puedes usar en tu cara la crema de tus piernas, ¡faltaría más!. De hecho solemos hacerlo con nuestros hijos. Sin embargo, ahora que sabemos que el 90% de los rayos ultravioleta son los causantes del fotoenvejecimiento y las manchas (UVA) y que necesitamos proteger nuestro rostro durante todo el año, los laboratorios han creado cremas solares más específicas, con menos grasa para que el rostro las tolere mejor. Y ya puestos, cada vez son más completas, pues puedes encontrarlas con activos antienvejecimiento, antioxidantes, con efecto buena cara, con maquillaje, sin perfume para evitar hiperpigmentaciones…

7. El color perfecto

Define primero color perfecto. Si para ti el color perfecto es el de Janet Jackson y eres albina, nada, no hay forma saludable de que lo consigas. Pero si deseas una piel iluminada, sutil, homogénea y lo que es mejor, con un bronceado duradero, en esto es en lo que estamos. Se logra a primera o última hora, pero desde luego nunca entre las 12 y las 17. A esas horas hay que practicar el chiringuito o si lo prefieres la siesta. Llevar sombrero (mejor que gorra), usar protector, (incluso aunque estés bajo la sombrilla ya que la luz se refleja en la arena, el agua o el césped), llevar gafas de sol y tomar el sol poco a poco para que la piel vaya bronceándose de forma duradera, son medidas sencillas que funcionan. Pero no solo en la playa, también hay que ser prudentes en la terraza de la Plaza Mayor, pues ese sol también quema. Y aunque el día esté nublado, recuerda que los UVA lo atraviesan todo, así que ten el fotoprotector siempre muy a mano.

¿Algún punto que no supieses sobre fotoprotectores? o  ¿sabes más que nosotros y has detectado cosas que se nos han escapado? Cuéntanos. Somos todo oídos.

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