No te des por vencido, ni aún vencido… Reflexiones y pensamientos sobre la lucha del pueblo saharaui

Por Teofermi Teo Fernandez @teofermi
Este artículo comienza con una  parte del soneto Più Avanti, del  poeta argentino Almafuerte (No te des por vencido, ni aún vencido, no te sientas esclavo, ni aún esclavo; trémulo de pavor, piénsate bravo, acomete feroz, ya mal herido…). Estas vibrantes palabras se encuadran con la lucha del pueblo saharaui. Vale la pena destacar que los saharauis están esperando que su opinión sea tomada en cuenta desde 1965, cuando las Naciones Unidas, por medio de una resolución, aprobaron el mecanismo por el cual decidiría su destino: el referéndum. Cuánto tiempo ha pasado ¿no? Viene a mi memoria cuando mi padre me regaló la colección de Enciclopedias Grijalbo – en ese época tenía cerca de ocho o nueve años– gracias esos libros, conocí que existía en el mundo un país llamado la República Árabe Saharaui Democrática. La citada Enciclopedia hablaba de la injusticia de los Acuerdos de Madrid, de la lucha de todo un pueblo en el marco de una verdadera guerra de liberación. En aquellos libros, Namibia era un territorio ocupado, Eritrea una provincia rebelde, Sudán del Sur era una región escenario de luchas entre grupos armados negros y el gobierno árabe de Jartum, en Sudáfrica, el apartheid parecía no tener fin. Los años pasaron, lo que para aquella enciclopedia parecía lejano, se transformó en realidad. Namibia se independizó, Sudáfrica rompió las cadenas del apartheid, Eritrea dejó de ser una “provincia rebelde” para ser un estado soberano y finalmente, Sudán del Sur, después de décadas de lucha y padecimientos, alcanzó su libertad. ¿Y el Sáhara Occidental? Hubo un Plan de Arreglo con los mecanismos destinados a dar por terminado el conflicto. Algo que la monarquía marroquí podría tolerar por su frente interno. Los conflictos con sus vecinos han permitido al Majzén distraer la opinión pública de los graves problemas que tiene el reino: corrupción, pobreza, desempleo, subdesarrollo. Los cambios geopolíticos favorecieron a los marroquíes, dado que el principal aliado saharaui, Argelia, se vio envuelto en una cruenta guerra contra grupos salafistas. El Frente Polisario por haber “estado en el bando equivocado” sufriría las consecuencias de ello, mientras que los marroquíes por ser parte “de los buenos”, serían premiados con la mirada cómplice de Estados Unidos y Francia en todas las maniobras dilatorias para no cumplir el Plan de Arreglo, y para peor, dichos países miraron para otro lado –a pesar de su discurso– en materia de derechos humanos.
El “velo” mediático, gracias a una hábil diplomacia desplegada desde Rabat con el apoyo francés, ha permitido que el grueso de la opinión pública mundial desconociera el drama del pueblo saharaui, que tiene más de treinta años. La cuestión estaba reservada para los grupos de solidaridad europeos, especialmente los españoles, mientras que al contrario de lo que siente el pueblo, el gobierno ha tenido una posición distante evitando irritar al “amigo” marroquí. En América Latina, solo Cuba fue solidaria con los saharauis, en menor medida México, que ha mantenido relaciones diplomáticas desde hace décadas. Los cambios políticos en algunos países de la región han permitido el reconocimiento y apoyo a la causa saharaui. No obstante, existen países que no tienen una postura definida, como Brasil, Argentina y Chile, que curiosamente no han dudado en reconocer el Estado Palestino, que atraviesa circunstancias similares a las del pueblo saharaui, con la salvedad de que este último cuenta con un gobierno único y su representante legítimo, el Frente Polisario, se ha apegado a los acuerdos de paz de 1991 y mantiene canales de diálogo abiertos. Los años pasan, hoy tengo 33 años, han pasado más de veinte años desde que aún siendo niño leía de la lucha de los saharauis por liberar su patria. No solo los años pasan, también las generaciones; muchos han muerto esperando volver a casa para reencontrarse con los suyos, hoy divididos por un muro de más de 2.000 km y millones de minas antipersona en las llamadas “zonas liberadas”, prueba sobre la cual los saharauis gritan al mundo el derecho a ser reconocidos como Estado soberano. En los campos de refugiados y en las zonas ocupadas, toda una nación resiste estoicamente, contra la represión, el olvido, la indiferencia. Este ejemplo de resistencia, a mi modesto entender, es fuente de inspiración y aliento para las diversas organizaciones de solidaridad y amistad con el pueblo saharaui, que a pesar de la falta de recursos y el velo informativo, acompañan a todo un pueblo en su lucha diaria por la libertad. En la lejana Argentina, un ejemplo de ello es el Comité de Amistad Argentino Saharaui, con sede en la ciudad de La Plata, trabaja en la difusión de la causa e incluso ha ido más allá, desde la prestigiosa Universidad Nacional de La Plata fue lanzada la Cátedra Libre de Estudios sobre el Sahara Occidental, que es todo un éxito. Los recursos son escasos, la tarea a realizar es titánica teniendo en cuenta los intereses que intervienen en este conflicto, pero ello no debe ser obstáculo para que todos los amigos del pueblo saharaui en todo el mundo sigan luchando por difundir la tragedia e injusticia que viven los saharauis desde hace décadas, y trabajar mancomunadamente para ayudar a que este pueblo pueda construir un Estado soberano viable y próspero.
A todos los amigos del pueblo saharaui les digo: “No te des por vencido, ni aún vencido”.
Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro Articulo publicado en la Revista Shukran, Nº 40, pp. 12. Fuente: Voz del Sahara Occidental en Argentina