Cuando entré yo en casa de Semaías, hijo de Delaía, hijo de Mehetabel, que estaba encerrado allí, él dijo: Reunámonos en la casa de Dios, dentro del templo, y cerremos las puertas del templo, porque vienen a matarte, vienen de noche a matarte. Pero yo dije: ¿Huir un hombre como yo? ¿Acaso uno como yo entraría al templo para salvar su vida? No entraré. Entonces me di cuenta de que ciertamente Dios no lo había enviado, sino que había dicho su profecía contra mí porque Tobías y Sanbalat le habían pagado. Le pagaron por esta razón, para que yo me atemorizara y obrara de esa manera y pecara, y ellos tuvieran un mal informe de mí y pudieran reprocharme. Acuérdate, Dios mío, de Tobías y de Sanbalat conforme a estas obras suyas, también de la profetisa Noadías y de los demás profetas que estaban atemorizándome. Nehemias 6:1-14
Cuando los que se oponen vean que no pueden detenerte en tu intención de completar el proyecto que Dios te ha entregado, harán todo lo que este a su alcance para destruirte, incluso mostrándose como partidarios tuyos, como quienes procuran tu bien, pero todo esto es distracción y lo que busca es desenfocarte.
Cuando los opositores vean que no te pueden detener, buscaran influenciarte para decirte como hacer las cosas y cuando vean que esto no funciona, buscarán atemorizarte, que herramienta tan poderosa es el temor, es una herramienta de las tinieblas para detener la obra de la casa de Dios.
No debemos caer en el juego de los opositores y debemos saber responder a sus maquinaciones, la intimidación es pecado porque te lleva a dejar de confiar en Dios, cuando permites que entre temor en tu vida, estas permitiendo que entre la duda y estas mostrando que no confias en Dios, en su amor, porque el perfecto amor echa fuera todo temor, y el que teme no ha sido perfeccionado en el amor de Dios.
Padre, perfecciona tu amor en nosotros, quita todo temor, toda duda y todo engaño, fortalecenos para llevar a cabo la tarea que tu nos has encomendado.