Guardé lo que pude del camino,
poco o nada, según se mire.
Pero me entregué sin guardar nada
cuando encontré la persona amada
o una causa justa para la lucha
(Del Rosal en el Jardín. XXII. En recuerdo de Ibn Gayy t. Poeta jerezano siglo XIII)
Te echo de menos ahora que por fin te has dejado llevar en los naranjos, estoy seguro que, como siempre, amando hasta los tuétanos:
Me dejo llevar en los naranjos que las acequias trasladan;
voy bajando a la ciudad. Parece que deseara ver en cada mujer tu cara
(Del Rosal en el Jardín. XIV. A la poeta andalusí al-Abbadiyya. Denia/Sevilla. Siglo XI).
Te echo de menos pero no te digo adiós, mi querido Marcos, porque te llevo dentro y te quedas en mi corazón y, sobre todo, porque te he tomado la palabra. Porque sé que vas a volver como nos habíais prometido:
Volveré a Sevilla.
Sobre mis propias pisadas.
como si nada hubiese cambiado allí,
aquí y en Granada.
Como si nada hubiese cambiado.
Del Rosal en el Jardín. XXVI. A al-Mu`tamid, rey de Sevilla. Siglo XI. Poeta andalusí).
Te espero, Marcos, y espérame tú también a mí. Nos quedan todavía muchas utopías que poner en marcha, muchas risas que echarnos, muchas cañas y tapas, y muchas juventudes para volver a enamorarnos de muchas más mujeres guapas mientras convocamos revoluciones.