No sé cuántas veces he tenido que escucharlo. “No te sabes vender”. Y lejos de ofenderme, siento que me define. No me sé vender porque no estoy a la venta. Porque no todo se puede comprar… y si hay algo que para mí es valioso son mis valores, mi reputación, mi prestigio.
No me sé vender. No escribo estos post (en mi pobre y abandonado blog ni en ningún sitio) buscando visitas, likes o buscando palabras para que el SEO sea correcto y me encuentren por casualidad (como esos artículos que comienzan con “vende más que nunca”, “10 cosas que nunca hiciste” bla bla). Qué pereza y qué horror perder de esa forma la libertad.
No me sé vender. Y mira que me han ofrecido muchas veces cantidades que me podrían arreglar el mes fácilmente. Pero a cambio de mi nombre, mi palabra y mi dignidad. Para contar a las madres que me leen virtudes maravillosas de productos innecesarios o contraproducentes. Lo siento por aquellos que tengan que hacerlo. Prefiero tener pocos seguidores y que tengan la certeza de que jamás les mentiré ni les engañaré. Jamás recomendaré ningún producto, libro, alimento, sin que mis hijos los hayan probado y yo aprobado. Y si alguna vez me equivoco, no será deliberado. Mi vida laboral gira en torno a las madres y sus necesidades pero estoy convencida de que crearles más necesidades de las que ya tienen es ruin y egocéntrico. El éxito es que no te necesite nadie de esa forma, que tu palabra sea bálsamo sin crear dependencia, sin vender humo. Hablando con una amiga un día, me di cuenta de que mi hacer no siempre es visible (y afortunadamente no es mi objetivo ser la gurú de nadie), pero que dejarlo claro a lo mejor sí es necesario: Tengo tres proyectos en los que ocupo mi tiempo, para los que me he formado y me sigo formando y que me hacen sentir plena profesionalmente. Hoy, otro cuarenta de mayo, me gustaría resumirlos y que no queden dudas de lo que hago y lo que soy:¡Y claro… no voy contando por ahí mis acompañamientos! Recuerdo la siguiente anécdota: una vez se organizó una mesa de debate en un colegio profesional en el que se interesaron por la labor de las doulas. Querían una doula que explicase su trabajo y debatir con ella sobre el tema. Alguien sugirió mi nombre y otra persona (que me conoce, pero por lo visto, no muy bien) se opuso a que yo fuese la elegida. La razón fue “que yo no estaba en activo”. Y lo que había detrás de aquella razón peregrina es que procuro ser invisible.JAMÁS publico en ninguna parte si acompaño a una madre así o asá. No me hago fotos con ellas (alguna de ellas se hace fotos conmigo, que no es lo mismo) y mucho menos la publico en Facebook o redes sociales similares. Me parece un descaro como una casa pedirle a una madre una foto para hacerse publicidad… y más en un momento tan vulnerable como es el nacimiento de su bebé, en el que estará tan eufórica que dirá que sí a todo. Doulear (acompañar) no va de una. No somos nosotras las protas de la foto. Hay mil formas de hacer conocer nuestro trabajo sin necesidad de invadir la intimidad de nadie. Especialmente de nadie que haya confiado en nosotras un momento sagrado. Y eso, comunicar es la tercera pata de esta mesa:
www.claudiapariente.com es mi forma de ganarme la vida desarrollando proyectos en comunicación para la salud. Ofrezco varios servicios relacionados, desde la consultoría, formación, asesoramiento sobre las formas de comunicar, de contar lo que un profesional sanitario quiere decir al público que le sigue. Comunicación en salud, un tema que es transversal a mis otras dos ocupaciones. Porque todo es comunicar e incide de forma directa en la salud pública.
Y esta soy. Hoy escribo para quien tenga dudas y quiera cotillar un poco mi hacer. No pasa nada. Sé que soy una persona pública. Las búsquedas en Google con mi nombre son de lo más variopintas (no os podéis imaginar lo que la gente busca de mí…)
Gracias a quienes me siguen, a quienes me aprecian, a quienes valoran lo que hago. Hoy una madre me abrazó llorando emocionada acordándose de lo importante que fue para ella compartir su maternidad con otras madres hace casi ocho años. Para mí reunirme con ellas es catarsis. Cada semana, un regalo. Y tal vez por eso hay personas que se piensan que no trabajo o que mi trabajo es no hacer nada. Algo de razón tienen.Y nada más… Después de este tocho os quedará claro que No sé venderme. Ni falta que me hace. Pero os agradezco haber llegado hasta el final de este post y acompañarme. Saber que hay alguien ahí es lo que me ha animado a sentarme este rato al ordenador y recibir mi cumpleaños tecleando. :-)
Gracias!