Entre por aquella puerta acristalada con gran alegría.
Estaba dispuesta a llenar recipiente de la autoestima que a veces pierde un poco de contenido con el ajetreo del día a día. Niños, casa, problemas y todo en lo que una ocupa su tiempo durante cada jornada.
Volviendo a la puerta acristalada, entré con una sonrisa de lo más abierta, saludando a todas.
Hasta que ella me miró. Tenia un piercing de estos que simulan un lunar entre la barbilla y el labio inferior y el pelo color lila. Me miró de arriba-abajo y soltó la flecha: -Que querías? Y yo: -Venía a ver si tenias un hueco para teñirme. Y soltó: -Las canas? Me tembló el labio superior. Ese tembleque que dan cuando a uno te tocan los...ovarios.
Me quedé helada. Pasó toda mi vida por delante de mis ojos.
Giré la cabeza buscando desesperadamente un espejo donde ver la cana esa que veía la del piercing.Da la casualidad que sin gafas no veo. Jum.
-Yo no tengo canas, pensé. Carraspee y seguí: - Ehmm no, si que quiero que me tiñas vamos, pero no tengo canas. Ella me miró con cara de SI, LAS TIENES y caminó hacia el mostrado para darme la cita.
Yo caminé en sentido contrario. Si, salí de la peluquería por la acristalada puerta sin mirar atrás.
Llegue a casa y le pregunte a mi marido si tenia canas.
Revisó mi cabeza y me dijo que no. Uf, menos mal.
Menos mal porque?
Envejecer es una realidad, y lo hacemos a diario. De hecho, nunca lo hemos dejado de hacer desde que hemos nacido. Pero ¿porque nos cuesta tanto aceptarlo, asimilarlo y disfrutarlo con naturalidad?
No lo se. Supongo que nos acostumbramos con nuestro aspecto jovial una vez olvidado en infantil y al ser humano les cuesta mucho desprenderse de algo a lo que está habituado.
Quiero aprender a disfrutar de los años que pasan sin tener miedo a lo que las canas representan o el paso de los años.
Por supuesto que debemos cuidarnos y mantenernos sanas pero no merece la pena sentirse mal porque los años se van asomando cada vez con más fuerza.
No podemos detenerlos y ya aprenderemos a disfrutar en su momento de lo que se avecine, sea la madurez de nuestros hijos o el nacimiento de nuestros nietos.
Por ahora, disfrutemos del presente.
Por supuesto, con las cañas teñidas!