Revista Opinión

No tiene precio de ser honesto. Cuando se ve la verdadera cara de las personas.

Publicado el 09 abril 2016 por Manuel Somavilla
UN BUEN NEGOCIO
   Todo ocurrió ayer cuando recibí un email informándome de una venta en mi tienda online de Menorquinas.
No tiene precio de ser honesto. Cuando se ve la verdadera cara de las personas.
    Era el primer pedido que se realizaba directamente a través de ecommerce y utilizando mi cuenta de Paypal.
    Estaba ilusionado y eufórico porque éste era el primer paso de un futuro prometedor, y además en tan poco tiempo, apenas 6 meses desde que viaje a Menorca, cuando los gurus del comercio electrónico auguran un plazo de 2 a 3 años para obtener rendimientos.
    De hecho en las redes sociales las menorquinas Lluu está obteniendo una aceptación inusitada sobre todo entre la población femenina, más si cabe entre la venezolana, creo que algo tendrá que ver el señor Maduro.
       
    Pues eso, como iba diciendo, había recibido desde Francia ese pedido para la compra de unas menorquinas rústicas nº 44 color rojo. Pero como suele suceder siempre que se inicia un negocio o actividad, sea económica o no, surgió el primer problema, posiblemente la falta de experiencia en el ecommerce.
No tiene precio de ser honesto. Cuando se ve la verdadera cara de las personas.
    El caso es que recibí un pago en mi cuenta de Paypal, 33 € del precio de las menorquinas, pero no se incluían los gastos de envío, 16,82 €. Al ser una compra por medio de internet no tenía ningún otro impuesto que añadir, por lo que el cliente obtenía una compra ventajosa.
    En cuanto me di cuenta de la no inclusión de los gastos de envío, enseguida me puse en contacto con mi cliente francés. Debería de desempolvar la neurona en dónde están los conocimientos de francés que aprendí hace 40 años en Bilbao, mi ciudad de nacimiento, cuando estudiaba en el colegio San Francisco.
    Haciendo honor a la verdad también tuve que pedir ayuda al  Traductor de Google, "plumero neuronal", muy utilizado últimamente para comunicarme con mis clientes en cualquier idioma, ya que en las recónditas conexiones de algún lóbulo cerebral aun se encuentran conocimientos de cualquiera de los varios idiomas estudiados a lo largo de mi vida, hecho éste que me facilita ordenar las frases del modo lógico y adecuado para que las comprenda mi interlocutor extranjero.
     Redactada la carta, revisada varias veces para no cometer ningún error de bulto, presione el botón del enter.      Enseguida volví a mis actividades y, esperando que me contestara, me dispuse a hacer los cálculos del importe de los gastos de envío. Enseguida empaticé con Jean y me percaté de que debería introducir un mínimo cambio en la cuestión del pago por Paypal.     Aun así y antes que otra cosa, el caso necesitaba una pronta solución.
    Mi conciencia de comerciante responsable así me lo impuso y así lo hice, y no sólo por el hecho de que iba a ganar mucho más siendo honesto con mi cliente, sino que además esa noche como toda la vida iba a dormir sin un peso sobre mi conciencia.
    Rápidamente tomé una decisión drástica. Accedí a mi Paypal y sintiéndolo mucho rechacé el pago. No quiero aparecer como nadie especial, sino como alguien que hizo lo que debía y aquello que esperamos de cualquier vendedor, es decir, hice lo que me pareció justo.
No tiene precio de ser honesto. Cuando se ve la verdadera cara de las personas.
    Aquí vengo a recordar otra actuación comercial que me dejó marcado. Hace un tiempo me ocurrió un caso parecido al que os relato, en aquél caso yo era el comprador, y ante una situación similar el vendedor me devolvió el dinero que ya había pagado sin antes leerme la letra pequeña. El caso similar, aunque en aquella ocasión yo no compré ningún artículo.
    Hoy sin embargo mi amigo Jean, a tenido la paciencia, la amabilidad y la educación de esperar a que yo solucionase los problemas con el sistema de envío, y a los 10 minutos de enviarle la solicitud de pago de Paypal, como el me recordó, tenía en mi buzón el correo certificando el recibimiento de un pago en mi cuenta.
    Desconozco si algún día volveré a saber de él o a tenerle como cliente por que necesite de mis menorquinas, lo que sí es seguro es que en caso de necesitar algo de mi nunca sentirá ningún recelo por mi forma de comportamiento en esta primera ocasión.
   
No tiene precio de ser honesto. Cuando se ve la verdadera cara de las personas.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas