Parece que después de los asesinatos de París a manos de los islamistas, a mano del terrorismo islámico, los propios asesinatos justifican un mal comportamiento, pero no deberíamos equivocarnos, no deberíamos llegar a una conclusión que, por lo menos para mi, es completamente errónea. La única conclusión a la que hemos llegado, o por lo menos eso es lo que parece, es que los terroristas luchaban contra la libertad de expresión y que esa libertad de expresión no sería nunca aniquilada por un terrorista.
Vayamos por partes, un terrorista no va contra la libertad de expresión, va contra la vida. No se puede acabar con la vida de nadie, como hacen los terroristas islamistas, simplemente por pensar, decir o ser diferente a ellos, ni es justo, ni es lógico. Ese es el principal motivo por el que en la sociedad occidental se está generando un caldo de cultivo anti-islamista y anti población musulmana. Los primeros perjudicados por esos atentados y por esa forma de ser, además de los muertos, son los ciudadanos más pacíficos que pueden procesar la misma religión que el propio terrorista.
El caldo de cultivo anti islamista y anti musulmán es algo contra lo que tienen que luchar los propios afectados. Es algo contra lo que tienen que luchar los propios ciudadanos musulmanes que viven en Europa rechazando claramente las acciones de los terroristas y no justificándolas nunca. Sería también bueno para ellos el que se amoldaran a nuestra sociedad. El que ellos tengan una religión determinada y unas costumbres no tienen por que modificar las costumbres de los países a los que ellos libremente emigran, faltaría más. Yo no tengo por qué admitir que sus mujeres vayan, por ejemplo, con sus rostros ocultos.
Pero también nosotros tenemos lo nuestro, también todos esos que se llaman defensores de la libertad de expresión tienen lo suyo. ¿Que clase de libertad de expresión es esa que puede acabar ofendiendo a alguien? ¿Que clase de libertad de expresión es esa que ofende las creencias y la fe de tanta gente? Pero aquí no sólo hablo ya de la religión musulmana, hablo de cualquiera, hablo de la católica y hablo también de la judía. Nadie puede matar por unas simples caricaturas, pero caricaturizar y utilizar la fe de muchas personas para ganar dinero y tener negocio tampoco es justo.
Ahora todo el mundo va con la tontería del “Je suis Charlie”, ahora todo el mundo va con la libertad de expresión, pero con la suya claro. Toda esa gente que tanto dice defender la libertad de expresión habría que ponerles a prueba. Habría que ponerles la prueba de tomar un poco de su propia medicina y criticar, de la misma forma que ellos hacen, su religión, su ideología o, simplemente, su equipo favorito. Tendríamos que ver con que talante admitían ellos la libertad de expresión en contra.
Detesto el terrorismo islamista como el que más, pero tengo una cosa clara, yo no soy Charlie. Charlie Hebdo es una revista claramente ofensiva que, para vender, ridiculiza muchas cosas en las que mucha gente cree ciegamente. Si partimos de la base, como es lógico, que eso no le daría pie a nadie a empuñar un arma y matar a los responsables de esa revista tendríamos que llegar también a otro punto. ¿Tan malos son los humoristas de esa revista que para hacer reír y para vender necesitan reírse de alguien o de sus creencias? Si esto fuera así sería terriblemente triste, tanto para los responsables de la revista como para las personas que la compran.
Ha salido en estos días el primer número de la revista después de los atentados, la tirada ha sido millonaria con un ejemplar que llegó a venderse por 11.000€. Efectivamente, tenemos un gran problema con el terrorismo islamista pero, por desgracia, no es el único problema que tenemos.