¿Por qué seguimos buscando obtener logros? ¿Por qué cuando obtenemos algo después de un tiempo nos es efímera la felicidad que habíamos obtenido? Nuestros tutores nos enseñan a superarnos a nosotros mismos, a alcanzar nuestras metas, a admirar a aquellos que lograron grandes cosas para así tomarlos de ejemplo y cumplir nuestros objetivos, como si todo esto fueran pasos infalibles para ser felices, pero nadie nos enseña realmente cómo lograr serlo, ni a distinguir de entre las imposiciones de nuestros padres y nuestros propios intereses, parece no haber una doctrina encaminada a la pura felicidad, y es que con tantos distractores ¿cómo culparnos por no buscar lo que realmente nos hace felices?
El placer y la satisfacción insaciable
Stuart Mill fue teórico del utilitarismo, un planteamiento ético que busca el máximo bienestar para el máximo número de personas, íntimamente relacionado con el hedonismo, que busca el placer y la supresión del dolor como razón de ser de la vida, ambas son doctrinas que nos acercan a ser felices, pero no tienen gran difusión en la sociedad actual.
La frase de Stuart Mill refleja una verdad bastante inquietante: cuando nosotros nos percatamos de que podemos alcanzar algo, no encontramos felicidad si no satisfacemos ese nuevo deseo, y peor aún, una vez alcanzado, la satisfacción obtenida sólo calma momentáneamente nuestra inquietud, convirtiéndose en efímera la felicidad que obtuvimos al haber cumplido ese deseo. En otras palabras, una característica intrínseca del ser humano es la de no estar satisfecho con lo que ya tiene, siempre tiene que buscar algo nuevo para saciar su ánimo, siempre tiene que buscar nuevos logros para sentirse realizado. Epicuro, uno de los fundadores del hedonismo, dijo: “No eches a perder lo que tienes deseando lo que no tienes; recuerda que lo que ahora tienes estuvo una vez entre lo que anhelabas.” Logramos cosas que, si bien en el futuro formarán parte de nosotros, se les resta importancia mientras más pasa el tiempo: de pronto la competencia estatal no es tan importante como la nacional, y después la nacional se minimiza cuando alcanzamos la competencia internacional; de pronto la licenciatura se vuelve menos cuando logramos la maestría, después la maestría se vuelve menos cuando alcanzamos el doctorado, y por último ya nada de eso nos importa cuando tenemos a nuestro primer hijo.
Felicidad efímera
No hablo de quitarle su valor a nuestros logros, es como si cada logro tuviera una pequeña dosis de felicidad que se agota con el tiempo. De pronto las cosas se vuelven un bonito recuerdo y nos damos cuenta que mucho de lo que logramos realmente no nos está haciendo felices. Esa sensación de querer más y más es el primer posible indicador de que coleccionamos logros de felicidad efímera. Cuando comemos somos felices momentáneamente hasta saciar nuestra hambre, estamos satisfechos, pero el tema de la comida siempre nos estará dando placeres e incomodidades una y otra vez debido a que no podemos romper ese círculo; pasa lo mismo con lo que logramos.
Sé que no soy el único que se ha topado con la realización de un objetivo que disminuye su sabor de victoria con el tiempo, pasa con las cosas que te compras, con las acciones que realizas y hasta con la persona con la que siempre quisiste intercambiar besos y caricias; te das cuenta que complaciste deseos innaturales e innecesarios, y según Epicuro, estos deseos deberían evitarse por completo. No del todo de acuerdo, pero sirve para darle vida a la idea que quiero compartir con ustedes.
Ser feliz es posible (y en teoría, fácil)
¿Recuerdan aquel comercial de MasterCard donde lo único que quiere y hace feliz a un niño es una caja de cartón?, ese es el secreto para ser felices. ¿Para qué tener juguetes lujosos, libros para iluminar, peluches simpáticos o espacios lúdicos diseñados especialmente como áreas de diversión? ¡Consíguete tu propia caja de cartón! No pierdas tu capacidad de asombro, no menosprecies lo que ya tienes, no minimices lo que obtuviste y no desees más de lo que realmente necesitas, y de nuevo, ¡consíguete tu propia caja de cartón! Así serás feliz.
La felicidad está llena de logros, pero perseguir la felicidad en base a ellos es una estupidez. La felicidad no nada más es cumplir tus objetivos, ¡ni siquiera tus sueños!, también se trata de estar contentos con lo que tenemos y sentirnos afortunados por ello.
Nos complicamos tanto la vida y no nos percatamos de que la felicidad está frente a nosotros y dentro de nosotros, y que podemos tocar el cielo con nuestras manos, y que podemos abrazar los corazones con el pensamiento, y que podemos sentir regocijo incluso por la briza que lleva hojas muertas de otoño. La felicidad está ahí y allá, no en tus logros.