A lo lejos, en un atardeceren que el otoñoes un lugar en mi pecho,comienzan a encenderse las ventanas,
mi nostalgiapor estar donde bien sé que al llegarvolvería a estar afuera.
Duelen los ojos de soñar tan a lo lejos
la frente de pensarlo impensable de tanta vidaque no he abrazado,tanta deuda de lo que no he nacido.
Poco a poco se apagan las luces,
es el lindero de una noche y otra noche, la frágil vecindad del miedo y la esperanza.
El último día podría ser éste que termina,esta nocheen la que aún escribo
igual, pero sin una ausencia nuevapara seguir esperando.