noche de ánimas

Publicado el 24 enero 2014 por Maslama


podía decirse que era la noche mas fría del año. Sólo las almas errantes recorrían las calles a aquellas horas heladas que hasta al tiempo le costaba avanzar.
ni mendigos ni rufianes ocupaban sus posiciones habituales. Aun así no dejaba de estar alerta a cualquier movimiento aunque cualquier enfrentamiento sería con un no-muerto así que poco podía hacer su sable en este caso.
bajo su licenciatura de medicina encontraba cobijo su kit de caza, mezclado entre medicamentos y ungüentos podía disponer de un par de docenas de balas de plata, pequeños explosivos con metralla, veneno por sí tenía que acabar en segundos con su vida, nunca le llamó la atención que le torturaran. Dos mosquetes cargados y con la mechas puesta, además de cosas más ortodoxas pero menos efectivas pero cuando hay que entregarle el alma al diablo mejor que sea luchando aunque sea con una ristra de ajos intentando estrangular al contrario..
en los campanarios de alrededor marcaban las 12. Su objetivo era un espíritu impío famoso por sus fiestas, por su belleza, pero más por su sed de sangre. Se podía transformar tanto en hombre como en mujer. Su alma centenaria había recorrido varias capitales europeas hasta llegar aquí.
había conseguido una invitación a la última recepción, por lo que hoy ejecutaría su plan.
al llegar la observó hablando con algunos ilustres invitados. Se podía decir que su belleza cautivaba y a la vez hipnotizaba a aquel que sólo la observará el riesgo era escucharle, su voz era cual canto de sirena, sus curvas y ángulos llamaban a la sensualidad, su escote provocaba vértigo que aquel vestido negro aún resaltaba más.
al cruzarse las miradas le reconoció y le dedico la sonrisa que a cualquier mortal le habría parado el corazón.
tras la cena, un sirviente le acompañó a un despacho. Estaba plagado de libros, algunos escritos por la propia mano de Satán, brujería, licantropía eran algunas de las temáticas de aquellos libros. Mientras tocaba el lomo de un incunable llaman a la puerta. Al entrar se encendieron todas las velas de la habitación.
ella sonríe, te esperaba, dice. Le observa mientras se dirige a uno de los sillones. Vengo a cobrarme tu vida, contesta. Ríe acaloradamente, mientras se dirige a una de las estanterías para coger un libro. Te puedo enseñar más allá de lo que han visto tus ojos. Se acerca hasta notar su tibia piel carente de pulso. «¿Qué quieres a cambio de mi vida? ¿Oro, mujeres? » Sonríe de nuevo. No quiero nada contesta, mientras saca uno de los mosquetes y lo pone sobre la mesa. Provocativa, se pone en pie. Se desabrocha la cremallera dejando caer el vestido al suelo. «¿Quieres esto? » Le mira lasciva señalando su cuerpo. Le sigue con la mirada mientras se sienta sobre la mesa, separa las piernas y comienza a tocarse. «¡Tómame! » ―grita. Hace década que no toca aquella piel, la recuerda cálida, flexible y jugosa. Desde su posición podía ver como se humedecían sus dedos con el flujo que manaba del interior de su sexo. Quería tocarla, poseerla, hacerle vibrar, pero pasarían décadas hasta que pudiera volver a tenerle tan cerca.
se aproxima a la mesa, ella se incorpora, le pasa una mano por el cuello y le besa. Dulce elixir envuelve su boca. En su pantalón siente la humedad de su sexo que roza con fuerza intentando sentirle dentro. La besa, no puede contenerse. Su amor es más fuerte que la maldición que les separa. La coge en brazos y la tumba sobre la alfombra. Con avidez busca la entrada a su interior. Al traspasar su frontera ahoga un aullido. Le penetra hasta golpear con fuerza el fondo de su vientre. Mueven sus caderas al compás de los latidos de su corazón. Aún así ella se resiste al placer, se revuelve, hembra salvaje. Se abraza a su espalda, echaba de menos aquel cuerpo fibrado. Consigue morderle y succiona con suavidad. La sangre gotea por su cuello sin llegar a coagularse. Sucumbe al placer ahogando un gemido al llegar al orgasmo. Le lame el sudor de su piel mientras dice: «Una vez más la muerte se rinde al placer». Sonríe por primera aquella noche, la tapa con parte de la alfombra mientras la besa y dice: «Como siempre tienes razón, buenas noches Milady.»

ronronea: atis