A muchos, en lugar de los Reyes les va a venir el yerno y, en lugar de regalos, les va a levantar la cartera con nocturnidad y alevosía del mismo modo que han venido haciendo este año pasado en lo que supone una de las mayores estafas colectivas habidas en la historia: de cómo los recortes del gasto se han presentado como la única alternativa para reducir el déficit y así cuadrar las cuentas. El fomento de la actividad y, por tanto, del empleo facilitando los créditos (¿alguien los recuerda?) y obligando a las entidades a que abran el grifo sin provocar una inundación o el mantenimiento de unos servicios públicos básicos de calidad y universales fueron regalos de Navidades pasadas. Luego vino la obsolescencia programada, la fecha de caducidad, el reciclaje hasta convertirlo en un amasijo irreconocible. Cuando volvimos a la tienda a por más, ya no se fabricaban. La empresa había cerrado y ahora había en su lugar un sucedáneo low cost fabricado en Guangzhou.