Cumplir años el día de Nochebuena tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Cuando era pequeño, para mi era la fiesta más importante. Toda la familia se reunía para el evento, más incluso que para otros cumpleaños y celebraciones. Me sentía especial. Pero por otro lado, todo se fusionaba con las fiestas navideñas, con lo que al final se perdía un poco ese toque especial. Y con el paso de los años, la sensación y la magia se va difuminando.
La pequeña Leia canturrea el 'cumpleaños feliz' cada vez que se acuerda de la tarta o de las velas, aunque la llama le dé un poco de miedo. Y Luke anda como loco jugando con los titos y el primo Rafa. Para rematar, con la excusa de mi cumpleaños, en casa de mi familia es costumbre hacer los regalos el día 24, así que con la montaña de libros, cuentos y juguetes nuevos, la excitación dura hasta el final del día. Todo son risas y juegos.
Por el momento me conformo (¡como si fuera poco!) con los días de felicidad espontánea e instantánea, y con sus caras de alegría y diversión inocente, sin darse cuenta realmente de en qué fechas estamos. Ya habrá tiempo de que vivan la Navidad de forma consciente, y sepan lo que es la ilusión. Yo ya estoy deseándolo.