Nochevieja en la tele y la muerte de CNN+

Publicado el 02 enero 2011 por Santiagomiro

En los 25 años que llevo viviendo en Madrid, jamás estuve en la Puerta del Sol durante la nochevieja. Primero porque está bastante lejos de donde vivo y no estoy dispuesto a despilfarrar mi tiempo, aunque sea alegremente. Segundo, porque, desde que cumplí los sesenta, mi vida se ha acortado y debo seleccionar mis actos. Y tercero, porque me limito, a lo sumo, a dar un vistazo a lo que hacen los españoles en señaladas fechas como ésta, a través de la pequeña pantalla. Constato, eso sí, que la mayoría toma esa medianoche como un gran acontecimientos social, y, a medida que suenan las doce campanadas, las uvas de la suerte llenan las bocas de los que comparten el espectáculo, mirando hacia el reloj del edificio más antiguo de la plaza. Me informan que allí se encuentra, desde 1950, el denominado Kilómetro Cero. Y que, desde en el punto más elevado del edificio de la Casa de Correos suena el reloj, construido y donado en el siglo XIX por José Rodríguez de Losada, cuyas doce campanadas marcan la hora en que empieza el Año Nuevo que muy pronto se tornará en viejo para volver a nacer en noches como ésta. Son las campanadas que, a partir de la noche del 31 de diciembre de 1962, se retransmiten por TVE a toda España (anteriormente se seguía únicamente por radio). A partir de ese año, no se han dejado de emitir cada fin de año viejo (salvo las de 1973, retransmitidas desde Barcelona). Y mientras unos, con ropa interior roja, siguen las 12 campanadas en directo desde la Puerta del Sol, ataviados con ropa de abrigo, y tratan de comerse las uvas de la suerte entre petardos y cohetes, otros imitan a los primeros frente a la pequeña pantalla. Y todos explotan de alegría porque ha muerto el año viejo y otro nuevo, que a veces no tiene de nuevo más que el nombre, está entrando de la manera más jocosa y divertida.


Nochevieja en Madrid, desde la Puerta del Sol.


Cada fin de año se reúnen en la plaza unas 10.000 personas. Una tradición que se remonta a 1909, año en el que los viticultores alicantinos repartieron entre la gente uvas sobrantes de una cosecha de excedentes. Recuerdo que un año, con las prisas por comerme un grano de uva cada tres segundos, me atraganté con ellos y me puse de mala uva, pero no tuve ningún año de mala suerte. Desde entonces ya no me preocupo por ir acompasado con las campanadas de la medianoche. Es más, prefiero comérmelas cuando realmente me apetece y sin las prisas que la ceremonia me exige. Los comentaristas explican cada año con las mismas palabras que los relojeros ultimaron la maquinaria, instalaron la bola y el neón y cuidaron hasta el último detalle para que uno sólo tenga que preocuparse del carrillón, de los cuartos, de las 12 Campanadas… y de pedir el deseo de Nuevo Año. Deseo, que para mí se convierte en un simple acto de que sigo vivo, escuchando con atención cada una de las campanadas. Lo de brindar con champán, cava o sidra, llamar a todos los que están fuera, felicitar a todo quisque y otras modas y costumbres me importan un bledo. Desde 1990, en que la locutora Marisa Naranjo, de Televisión Española, se equivocó y anunció como cuartos lo que en realidad ya eran las campanadas de media noche, dejando a muchos españoles sin poder tomarse las uvas preceptivas, se convirtió en el gazapo televisivo más recordado. Un fallo similar le ocurriría a Irma Soriano unos años más tarde. Pero ninguna de ellas consiguió romper con la tradición que les ataba a la feligresía de aquella nochevieja.


Las uvas de la Nochevieja.

Reconozco que, llegado a este punto, debiera añadir, con cierta emoción: “Feliz año nuevo a nuestros lectores”, y recordar lo novedoso que resulta despertarse el día de Año Nuevo en un lugar diferente, y aprender a felicitar esa fecha especial en el idioma correspondiente. Porque hay quien se las ingenia para pasar la Nochevieja y Año Nuevo en lugares diferentes y se hace con una especie de diccionario básico con expresiones típicas mientras no deja de repetir “Feliz navidad, felices fiestas y próspero año nuevo...”. Que me perdone el lector, pero a esta alturas de mi vida, ya no me apetece seguir con estas costumbres. Aunque sea una frase muy corta que se repite, como en este vídeo en 32 idiomas (inglés, persa, uzbeko, swahili, ucraniano, birmano, ruso, bengalí, dari, árabe, portugués, mandarín, francés, cingalés, pashtún, azeri, serbio, hindi, indonesio, nepalí, kirundi, vietnamita, macedonia, somalí, tamil, kirguís, urdu, albanés, turco, cantonés, hausa y castellano). Pero, la verdad, prefiero cederla a los amantes de la fiesta. Y observar cómo repercuten en la sociedad otros hechos más recientes.


El momento de la despedida de Canal 4.

Me refiero, por ejemplo, a uno de los últimos del año viejo. Tres días antes de acabar el 2010, el canal de noticias CNN+ finalizaba el pasado jueves a las 00,00 horas con estas palabras del locutor: “Fieles también a nuestro eslogan ‘Está pasando, lo que estás viendo’, nos despedimos con una última noticia, una mala noticia: CNN+ se apaga para siempre. Adiós”.

Minutos antes de terminar, se emitía el video de la concentración de los trabajadores de CNN+ ante el Grupo Prisa. Doce años de trabajo se habían ido al garete, mientras que cientos de personas que, en multitud de ocasiones, habían hecho mucho más que lo que su contrato les exigía, pagaban los errores de unos empresarios “que no entienden ni de sueños ni de ilusiones sino de cifras puras y duras”.


“Liberty no vino para garantizar los principios sobre los que se ha construido este grupo de comunicación [Prisa], sino sólo a sacar tajada de una delicada situación financiera”. La coordinadora de comités de empresa de Prisa describía así la entrada en el grupo de este fondo especulativo estadounidense. Unas 200 personas se manifestaron frente a la sede Prisa en Madrid, y criticaron “el desmantelamiento” del grupo, así como la actitud de sus directivos, a los que acusaron de haber “escurrido el bulto” en su responsabilidad del adiós de este canal de noticias, que a medianoche se despidió de los espectadores españoles tras 11 años en antena. En la concentración, se portaron pancartas en las que se podía leer “adiós a CNN+ y al periodismo crítico, plural y de calidad” y otra que rezaba, emulando el lema de la cadena: “Está pasando, nos están cerrando. Estamos vendidos. No a los despidos. No al cierre de CNN+”. Los trabajadores encendieron velas como símbolo de su luto y velaron un ataúd, en cuyo lateral podía leerse CNN+.


El anuncio del cierre de este canal se había producido sólo dos semanas después de la entrada de Liberty Acquisition Holdings en Prisa. El grupo español manifestó su rechazo a mantener este canal que, tras la fusión con Telecinco, debía alquilar a la cadena de Fuencarral. El canal de Mediaset, con su filial española Telecinco (el mayor operador de televisión de España), nunca estuvo interesado en contar con una cadena de noticias y, de hecho, había decidido transformar CNN+ en el canal dedicado las 24 horas del día al reality Gran Hermano. En EEUU, el cierre del canal pilló “por sorpresa” a los responsables de Turner Broadcasting, la compañía propietaria de CNN, que vio “con disgusto” la decisión de Prisa. Según Elsa González, presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), con CNN+ “muere un espacio para el debate y una posibilidad para formar criterios”, lo que empobrece la sociedad. “Entiendo –añadió– que un medio privado busque beneficios, pero el objetivo no puede ser hacer caja a corto plazo, que es lo que se está imponiendo”. Mariano Rivero, coordinador de la Agrupación de periodistas de UGT, considera que el cierre de CNN+ hace que la televisión “escore más a la derecha”, con lo que la audiencia de centro izquierda cada vez se ve “menos representada”. Es la prueba de cómo el panorama de los medios se está “berlusconizando”. Juan Martínez, secretario general del Sector estatal de medios de comunicación de CCOO, lamenta la pérdida de un cauce informativo en favor de “un soporte más de televisión espectáculo, próxima a la basura”.


Fernando González Urbaneja, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid.


Entre los asistentes al entierro de CNN+, Inés Sabanés, diputada de Izquierda Unida en la Asamblea de Madrid, y Fernando González Urbaneja, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid. “La muerte de CNN+ por fracaso del proyecto –dijo éste–, ha sorprendido a muchos, incluso a sus víctimas, pero era una muerte anunciada. Se podía leer en el balance del editor, pródigo en agujeros financieros por errores de gestión. Un fracaso que nos coloca ante un espejo que proyecta imágenes decepcionantes para todos, de las que son culpables unos pocos. Todos los cierres de medios son igualmente lamentables, pero éste tiene algo de simbólico. Cuando los más presuntuosos se rinden, algo quiere decir. Nos quedamos sin una parte de la densidad informativa, sin una fuente secundaria de información inmediata. Lo peor es para los que se van a la calle, pero también para los que se quedan sin una fuente. La casualidad de que un reality ocupe la licencia con la que operaba CNN+ tiene simbolismo, otro dato deprimente. Un aviso sobre quién manda y cómo manda. Para este resultado, el viaje del pluralismo televisivo no merecía la pena”.
Pero dejemos el año viejo y volvamos al nuevo. A nuestra Mafalda le costó mostrar un oportuno deseo en fecha tan señalada.

Yo me limito a imitar a nuestra amiga, Mafalda. En todo caso, añado unos cortos consejos:
Si quieres un año de prosperidad, siembra trigo. Si quieres diez años de prosperidad, siembra árboles frutales. Si quieres una vida de prosperidad, siembra amigos.
Los amigos son como las estrellas, no siempre hablas con ellas pero tú sabes que siempre están allí.
Porque se cambia de año, se cambia de sueños, se cambia de objetivos, se cambia de aspecto. Pero jamás se cambia de amigos.
Cierra los ojos, piensa en todo lo que te hizo sonreír en el año que termina y olvídate de lo demás... Ojalá esas sonrisas se te multipliquen por 2011.
Si la vida te da mil razones para llorar, demuestra que tienes mil y una para soñar. Haz de tu vida un sueño y de tu sueño una realidad.
Me he enterado que un ángel se ha escapado del cielo; no te preocupes que no les diré dónde estás.
Que la lluvia de la paz, la esperanza, la felicidad y el amor te agarren con el paraguas roto, te empapen y salpiquen a todos los que están en tu alrededor.
Los amigos son como los radares de la Guardia Civil, aunque no los veas siempre están ahí.

Mil millones de personas sufren hambre en el Mundo. Feliz cena de Nochevieja a los demás.


Porque nuestros deseos se puede expresar en todas las formas y maneras, incluso en tono humorístico. Forges muestra cómo conseguir un año afortunado; Berlich dice cómo sea, Feliz Año Nuevo; José Julio presenta la Navidad española; Jens Hage nos desea un Happy New Year; lo mismo Fawzy Morsy; Azara Revuelta intenta la ilusión de todos los años; R+B dibuja el Joyeux Noel et Bonne Année; Martirena, muestra las rebajas navideñas; Sergii Fedko lo hace con sombras chinescas y Willem Rasing con el humor gastronómico.











Manel Fontdevila nos recuerda cómo un Año Nuevo mejor es posible así como El hundimiento del Titanic. Se plantea las Previsiones del futuro, nos presenta Un regalo muy bonito y nos propone Refrescarnos la memoria.






Territorio Vergara nos propone vaticinios para el 2011, El fantasma de las Navidades futuras, nos presenta a Otegi en The Wall Street Journal, el PMOE y el Ladrillo.






Y, de Pep Roig, les proponemos Feliz futuro, El último del año, Las últimas uvas del Año Nuevo y Desacuerdo.



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Como despedida del año viejo, invitamos a escuchar “Carmel a-cappella” un quinteto vocal de mujeres de Haifa (Israel), especializado en música polifónica sin acompañamiento. (Gracias, Guillermo Pardo, por sugerírmelo). Con la Primavera (primera de Las cuatro estaciones de Vivaldi) y en pleno invierno, nos despedimos hasta el próximo domingo.