Nochevieja en Santiago de Compostela con Manuel Rossi y amigos.

Por Daniel Paniagua Díez
Avisados por Manuel Rossi para participar este año en la Cena Peregrina de Fin de Año organizada por el grupo facebook Camino de Navidad nos apuntamos a la iniciativa y nos dispusimos a despedir el año 2015 en Santiago de Compostela. Además este año había otra iniciativa muy interesante: Los Reyes Peregrinos traen Juguetes por el Camino. Y con ese ánimo maravilloso que da el Camino de Santiago tomamos el último tren para Galicia.
Llegamos un poco justos pero llegamos y ¡sorpresa! en Compostela no solo no llovía sino que incluso hacía una temperatura casi agradable; nos dirigimos sin dilación al lugar del convite: la Hospedería de San Martín Pinario, sita frente a la puerta norte de la catedral. Las gentes se dirigían un tanto a la carrera hacia sus hogares para preparar la cena; apresuremos el paso o nos quedaremos ayunos y febriles en noche tan señalada.
Y en el salón peregrino se encontraban Manuel Rossi y amigos con un buen montón de juguetes, también el nuestro, destinados a los niños de Compostela. Una vez hechas las presentaciones y parabienes nos fuimos a cenar. Los juguetes serán recogidos el día de Los Reyes Magos.
No sé exactamente el número de comensales que nos esperaban, pero me parece que pasaban de los doscientos; especialmente ruidosos un grupo de peregrinos de Alicante, Villajoyosa y Benidorm. Por supuesto había gente de cualquier rincón del planeta como siempre ocurre con el Camino de Santiago.
Y además recibimos visitas como la del profesor Mario Clavell Blanch, gran conocedor del Camino y de todo lo relacionado con los peregrinos.
Durante la cena Manuel Rossi, ataviado con la camiseta del Camino de Uclés, no paró de animar los ratos en que esperábamos que nos sirvieran los platos de la cena y de sortear regalos entre los participantes.
Minutos antes de las 24.00 horas nos dirigimos casi a la carrera a la Plaza del Obradoiro para escuchar las campanadas de fin de año.

Impresionante y emotiva despedida del año viejo escuchando las campanadas de La Berenguela y rodeado de peregrinos.

Como saludo al año nuevo fuegos artificiales sobre el Palacio de Raxoy.

Y después fiesta gallega: ¡todos a bailar la conga con Manuel Rossi! Una locura.
Así terminaron algunos peregrinos después de tanta conga. Aurora y yo, que no estamos para muchas rondas, no fuimos a tomar un copa y disfrutar de la noche compostelana. Muchos, pero muchos, portugueses había en la ciudad. Buen ambiente y gente maja de veras.
La mañana de año nuevo no había mucha gente que digamos por las calles e incluso la Rúa Nova estaba vacía de indigentes, hacía años que no veía tal cosa.

Aproveché para hacer algunas fotos aprovechando que apenas llovían cuatro gotas. Después dejamos Compostela para comer con la familia en un pueblo cercano.
Regresamos ya bien tarde pero nos apetecía pasear por los lugares encantadores del casco viejo y tomar algún vino y cenar alguna cosa por la calle Raiña y El Franco. Y también alguna copichuela, The Seafood Bar es muy recomendable, para celebrar por nuestra cuenta el año nuevo.

El sábado La Puerta Santa de la catedral estaba abierta debido al Año de Misericordia decretado por Su Santidad Francisco y pude acercarme a dar el abrazo al busto del Patrón sin apenas nadie a mi lado.
Después pude pasear por la catedral y hacer fotos a placer pues aunque eran las 12.00 horas apenas había persona humana en su interior. Tuve que recordar otra visita similar hace 30 años para ver esta catedral tan vacía.


Tras la visita a la catedral me dirigí al Mercado de Abastos y pude admirar un precioso Belén en el interior del templo anejo.
Después bajar a buscar a Aurora, que se encontraba de compras por la zona de la Plaza Roja con unas familiares, para volver a subir al casco viejo. Qué dura es la vida de un viejo peregrino.

Pero disfrutamos tomando algún godello en Casa Pepe y tascas aledañas por la zona de la plaza de Santo Agostiño. Después tocaba otra comida familiar en otro lugar, esta vez en Cacheiras, y no volvimos hasta bien tarde a la ciudad. Curiosa costumbre celta, supongo, para tomar unos vinos o comer algo han de recorrer docenas y docenas de kilómetros en automóvil.
En fin, nosotros íbamos buscando una sirena en Compostela, ¡y la encontramos!
Pero aún así por la tarde pudimos disfrutar de nuestros rincones favoritos tanto en la parte nueva como en la vieja de Santiago de Compostela hasta que nos llegó la hora de ir a la camita pues el domingo teníamos que madrugar para tomar el primer tren de vuelta a casa.

Hasta la próxima, Patrón y peregrinos, que este Año de Misericordia nos podamos ver en el Camino hacia el Campo de las estrellas de colores y más allá. La Playa del Rostro nos aguarda y tenemos que ir a darnos un chapuzón.
Daniel Paniagua Díez