Hemos superado ya el ecuador del Festival y ayer fue un día de emociones encontradas. En primer lugar, el canadiense Merlin Dervisevic acudía al Nocturna para presentar su ópera prima Cruel & Unusal. El director se ha curtido en el departamento de arte de la longeva serie televisiva Sobrenatural lo cual se nota en la estética y en la ambientación de su primera película. Cruel & Unusual es la historia de un hombre condenado por asesinar a su mujer que se encuentra atrapado en una extraña institución, a modo de limbo, sentenciado a revivir una y otra vez la muerte de ella. La película juega con el montaje, creando un ambiente de confusión y de desconcierto, dando pistas esporádicas sobre qué está pasando en realidad mediante la repetición de escenas, con algún añadido. El guion se solidifica tras cada giro de la trama con el resultado de una película inteligente y desasosegante, cuyo tramo final revela un significado más profundo sobre la muerte, la redención y el perdón. Si Cruel & Unusual supuso una excelente elección, para la segunda propuesta de la tarde íbamos sobre seguro: versión remasterizada de La matanza de Texas con la presencia de Mr. Tobe Hooper quien, tras la proyección, se quedó a responder las preguntas del respetable. Sus largas respuestas, llenas de divagaciones, nos recordaban a las batallitas del abuelo cebolleta. Será por eso que Hooper nos resultó tan entrañable. En fin, en cuanto a la película en sí, sólo decir que ha sido una auténtica gozada disfrutarla en pantalla grande, con un público entregado. El clima enfermizo, sucio y malsano se maxifica y te deja más destrozado. Es increíble la capacidad de Hooper para inferir verismo a sus imágenes para que, aún transcurridos cuarenta años desde su estreno, siga produciendo auténtico terror. Un placer volver a ver a Cara de cuero, con sus pocas pero medidas intervenciones, cargarse a esos ingenuos jóvenes con su ya icónica motosierra. Y llegamos a la peor película que hemos visto en este Nocturna 2014. El galardón se lo lleva la esperadísima Lord of Tears de Lawrie Brewster. Nos la habían vendido tan bien, había creado tanta expectación que la sala se llenó hasta los topes para flipar con ella. Y vaya si lo flipamos, por lo menos quienes no decidimos desertar y aguantamos estoicamente el desbarajuste fílmico. El asunto es que un chico recibe en herencia un caserón donde de niño sufría horribles pesadillas con un hombre-búho. El tío va a la casa para investigar el por qué de esos malos sueños. Y bueno, podría haber sido interesante si hubiera explotado la figura de ese hombre-búho que tanto nos había llamado la atención en el cartel. Pero no. Brewster se dedica a crear un drama romántico aclimático de estética cutre y amateur. Nos recuerda, en cuanto a estética y guión absurdo, a las grandes obras maestras de nuestros tiempos The Room y Ben & Arthur (ya sé que estamos muy enfermos por prestarnos a ver estos abortos cinematográficos). Porque Lord of tears, como las ahora mencionadas, va de seria, de profunda, de novedosa. Y nos encontramos con una película aburrida, estúpida, sin sentido, con escenas estiradas -en serio, lo de Evie es demencial -, con actores de patio de colegio y donde la calidad brilla por su ausencia. Así pasa, que despertó las risas involuntarias del público. Y no, porque una película trate de dar un punto de vista distinto al género del terror, eso no la convierte en buena. Hay que currarse la realización y el guión un poco, digo yo. El mayor engaño de este Nocturna.