Sabor español en la quinta jornada del Nocturna 2014. Para empezar, el documental de Víctor Matellano ¡Zarpazos!, tal y como reza su sobrenombre, nos propone un viaje por el spanish horror desde que a finales de los años sesenta proliferaran las primeras películas de género hasta más o menos la actualidad. Matellano demuestra un gran amor por el cine de terror, en especial, el de monstruos cuya herencia deriva claramente de la Hammer. Para el documental, se ha contado con testimonios de ilustres directores y actores del género como José Ramón Larraz, Eugenio Martín, Antonio Mayans, Caroline Munro, Joe Dante o Paco Plaza, entre otros. El documental funciona como un ejemplo didáctico sobre todo para quienes desconocen cómo ha sido el terror español, cuáles son las películas imprescindibles (se detiene en especial a analizar La Residencia de Narciso Ibáñez Serrador) y, sobre todo, ensalza la figura de un hombre clave, quizá el nombre que hizo posible el nacimiento del spanish horror. Hablamos de Jacinto Molina, más conocido como Paul Naschy. Matellano le rinde así un sentido homenaje a su ídolo de infancia. Sin embargo, la estructura de "cabezas parlantes" de ¡Zarpazos! por momentos resulta contraproducente pues se pisan las ideas unos a otros, quedando un documental redundante y un poco pesado a pesar de su corta duración. Eso sí, ahora nos ha picado la curiosidad por conocer los títulos de todas las escenas mostradas en la película. Aprovechando el documental, el Nocturna recuperó uno de los títulos de Eugenio Martín, el mítico creador de Pánico en el Transiberiano quien, junto a la actriz Lone Fleming, estuvo in situ para presentarla. La película escogida fue Una vela para el diablo, protagonizada por Aurora Bautista y Judy Geeson. Nos narra cómo dos hermanas dueñas de una pensión hacen apología de la decencia y, en nombre de una divina providencia, comienzan a asesinar a las jóvenes turistas extranjeras de buen ver que se alojan en su casa y que van ligeritas de ropa por la calle. Una vela para el diablo explota el erotismo -aquí con acento siniestro- tan típico de las películas casposas españolas de los años setenta con la mayor baza de unas asesinas entregadas. La dirección de Martín es por momentos exagerada, enfatizada en las puntuales idas de olla del guión, como no podía ser menos en una producción de este calibre. Por la noche, volvíamos a reencontrarnos con Víctor Matellano y su largometraje Wax, una especie de homenaje -cómo no- a las películas con las que el director creció, sobre todo, a Los crímenes del museo de cera. En Wax un hombre, interpretado por Jimmy Shaw, accede a pasar la noche en un macabro museo de cera. Tendrá que registrarlo todo en vídeo para luego ser emitido en televisión. Pero la noche se le complica cuando un terrible asesino caníbal, especializado en comer a sus víctimas cuando aún están vivas, se escape de la cárcel. Dicho asesino, encarnado por Jack Taylor, tiene su réplica en el Museo de Cera y, cuando dicha réplica desaparezca, comenzará una espiral de horror para nuestro protagonista. Y sí, la sinopsis es muy atractiva pero no así el desarrollo de la película. Matellano se ha preocupado más de homenajear un tipo de cine al cual ama que de crear algo con entidad propia. Nos encontramos en Wax con escenas copiadas de otras producciones de género -seguro que más de uno pensó en [·Rec]- lo cual lastra su fluidez narrativa. Eso sin contar el uso estridente y excesivo de la música, basando los sustos en la rotura de tímpanos del espectador. Además, la trama se enreda en un supuesto giro de los acontecimientos muy increíble. No obstante, agradecemos la propuesta y, de nuevo, el homenaje a Paul Naschy con ese muñeco animatronic.Para cerrar una jornada intensa, llegaron directos desde Canadá Geoff Klein y Melissa Mira para presentar su película Pinup Dolls on Ice. Se trata de una continuación de Bikini Girls on Ice donde el siniestro asesino atacará a un grupo de chicas PinUp en un aislado campamento. Melissa Mira, antes de comenzar la proyección, nos prometió más gore, más tetas, más diversión que con Bikini Girls. Un poco más jocosa que su antecesora sí lo es pero se nota la falta de medios que tratan de suplir con asesinatos fuera de campo. Claro que para una película proyectada a horas intempestivas hubiéramos preferido un cachondeo puro y un perfil mejor del asesino -no hace falta inferir en sus motivaciones, simplemente hacerlo carismático para que el espectador aplauda las muertes.