Recopilando documentación para el hangout Digital vs Pantallas salió algún post en paralelo. “Iba” sobre la seducción intencional, como necesidad de las marcas para resaltar en el mapa social, con acento en “amar y perseguir” ser una marca amada, mucho más que solo tomarse el branded content en serio. Pero no fue.
Confesión #1: Escribir a la noche mola, si no me quita tiempo para contarle cuentos para dormir al peque. Gerard (8) coprotagonista de este post, me pidió acreditarle como “co autor”
… nuevo capítulo personal en Creative Commons
Estaba contándole el cuento diario de las buenas noches e iba por la tercera parte de una aventura de Wainamoinen*. Se me agotaron los clásicos hace un tiempo y pactamos en recrear historias. Hasta ahí, bien. Pero la cosecha propia mezclada con leyendas te lleva por otros caminos. Metí las runas del joven viejo mago para algo más que armar un barco: lo mezclé con que otra historia y terminé hablando de como usaba las runas para enamorar, para “seducir” a una comunidad. Se me había colado el post y ya era tarde para desdecirse. Con sus consecuencias.
El amor empieza al decir “Te quiero”
Este era el nombre del artículo original. Pienso la comunicación como un amor por compartir una relación basada en la comprensión de las posturas (la interpretación de la información) entre los actores de la misma. En algo mas que “una respuesta a una respuesta“. Es sinceridad en el entendimiento mutuo, lejos de la cuantificación y cerca de la cualificación. El motivo que da origen a las palabras y el comportamiento expresado. Cuando una de las partes es un actor corporativo, hay motivos objetivos, hay un amor intencionado y no es criticable.
Defecto publicitario mediante, creo que sin una seducción continua (lo que en una relación personal sea un “te quiero“, un “me encanta como estás esta mañana“) nos quedamos en una acción pasiva de pensar en la otra parte y que ésta lo sabe y lo entiende. No me gusta dar por sentado que alguien lee mis pensamientos y por ello creo en la necesidad de expresarlos. Es lo que intento llevar a la formación directiva cuando pido que conozcan íntimamente a sus públicos (en términos de empresa son sus empleados, proveedores, socios y clientes). Que los seduzcan, activa y continuamente, porque no necesariamente interactuar crea relaciones. Y de aquí en adelante desgranaba el post original, sobre cuando, cuanto y como tenemos que persistir en una actitud de seducción permanente, en buscar empatía con emociones que no nos son propias pero sí lo son de nuestros colectivos objetivos. Vamos, en ser Romeo, Tristán, Tirant e Ivanhoe al mismo tiempo.
La seducción es una forma de mentira
El post había tomado forma pero empezaba a dar tufillo, mucho ver Mad Men hace daño y resultaba una loa a la buena publicidad clásica, la que hace enamorarte de las marcas con un par de videos y que era la llave para entender la interactividad. Y en eso andaba cuando me fui a contar una historia nocturna al peque.
Promediando el cuento de marras suelto que el mago personaje diga “y canté runas para enamorar a esa villa y que todos me quisieran ayudar”. A lo que el peque me dice
- - Entonces, los engaño ¿verdad Pá?
- - Al contrario, los convenció -respondo
- - No, porque los hechizó. Es peor que una orden.
- - Que va. Les cantó algo bonito, a la gente les gustó y los convenció -insistí
- - Siempre me decís que explique el porqué. Wainamoinen los hechizó y eso está mal
- - El mago cantó una canción de los beneficios de tener un barco. Eso es explicar el “porqué”
- - Pero uso magia, ¿no? Hizo trampa.
- - Dormite Gerard, mañana hablamos
El arte es una mentira que se confiesa
El post quedó trunco, una vez fue suficiente para absorber que la seducción se admite pero ya no motiva a que todo el cuento lo tenga como hilo conductor. La ficción se acaba si se rompe un muro cultural, si la trama sobrepasa nuestro margen de inconsistencias. El Quijote no puede volar y tampoco Neo en Matrix debería haber volado ya que ahí acaba nuestra suspensión voluntaria del sentido crítico.
Tal como cuando un mago bueno hechiza a su gente. Mas de una pauta para Community Managers, publicitarios y magos seductores.
Tags: cultura, malas practicas, story