7 noviembre, 2014 by Paco Maestre Leave a Comment
Uno que quiere ser optimista y se anima apenas nota una ráfaga de brisa ligera, pensando y esperando, como un chiquillo de parvulario, con ansiedad de inocencia infantil que te deja sin uñas los dedos de la mano, que a lo mejor, ese pequeño soplo, es el epílogo de un buen viento de cambio de rumbo, de sentido, de la historia propia de la humanidad, ese tragedia clásica pintada con una brocha bañada en esa pintura tenaz y rocosa que al lienzo le da el color que tienen las cosas que se repiten cíclicamente, ese pigmento que es la esencia misma del ser humano, ese comerse a sí mismo una y otra vez, para volver a brotar puro e increíble, capaz de lo mejor y subir para caer, de hacer de una vergüenza un hecho glorioso para tratar de ser inmortal.
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Uno quiere ser optimista, pera a la vez tiene mucho miedo. Presiente cambios. El capitalismo, la última revolución, la del capital, que se mantenía en pie, está herido de muerte. Se muestra como un sistema oxidado, desequilibrado y carente de soluciones. Lo mismo que le pasó a otras ideas, a otras formas de vivir. Las ideas también evolucionan. Aparecen problemas nuevos, nos hacemos preguntas que nunca antes nos habíamos hecho, necesitamos soluciones nuevas.
El miedo viene dado por la medida del tiempo. ¿Estaremos a tiempo? Caer en las ideas apocalípticas es un manido pero ruidoso cliché, un estéril recurso para demagogos que nada tienen que decir, para cobardes oscuros de rincón con telarañas, mohín y polvo prematuro. Mirar para otro lado, negar el conocimiento, ocultar las pruebas es propio de los regímenes totalitarios, del pensamiento único, del egoísmo. Pero la gran amenaza que viene, lleva una velocidad de crucero insostenible desde hace ya un tiempo, muchos ya han sido víctimas sin voz y otros muchos están amenazados por sus devastadores efectos y de no revolucionar el pensamiento, la sociedad, la forma de vivir el mundo puede ponerse tan caliente que puede coger fiebre y con ella defenderse de los patógenos que amenazan su supervivencia.
Pero en la deriva que supone el Cambio Climático todavía hay timón. La buena noticia es que todavía estamos a tiempo. Quedan cosas por hacer. Los que saben de verdad ven luz, ven futuro. Solo hay que buscar la voluntad de hacer los cambios dentro de nosotros mismos. Como ha pasado en otros regímenes, los que mandan siempre se han opuesto a los cambios que la mayoría les exigía. Las Cumbres Marco, por desgracia se han convertido en una farsa que utilizan los que se oponen a los cambios que exigimos para ejercer de hipócritas y ceder al capital, cuando debería de ser al revés. Ahí están todos aquellos que pretenden reglar nuestras vidas, reunidos, con las pruebas delante de sus narices, insensibles e inoperantes, incapaces e indolentes, condenándonos a una forma de vivir que ya solo satisface a unos pocos y que pone en riesgo a muchos, fallandonos una y otra vez….las mentiras son empleadas para justificar esos fastos vacuos de moral y voluntad cosmopolita, filantrópica y naturista.
La diferencia con otros regímenes, es que a unos cuantos de estos gobernantes les hemos elegido nosotros, para devolvernos el favor envuelto en mentiras y con sabor a traición. La diferencia de este régimen es que ya no tenemos que pasar a nadie por la guillotina. Basta con cambiar nuestra forma de pensar y actuar. Nuestra forma de consumir es nuestra mejor arma. En un mundo que se mueve por la ley de la oferta y la demanda, cambiar la demanda, es cambiar el mundo. Nuestra forma de consumir es nuestra fuerza, es nuestro voto, es nuestra revolución.
Hasta ahora la historia de la humanidad se ha contado como una sucesión de hechos en el que las personas eran las protagonistas y los hechos venían motivados por sentimientos humanos. Codicia, envidia, inmortalidad, amor, sexo, gloria, aventura, ciencia, religión, conquista…..pero a partir de ahora esto ha cambiado. El hombre debe de empezar a escribir su historia ligada a la de la Naturaleza, comprender lo maravilloso que es, comprender que no es más que una forma de vida que forma parte un complejo sistema regido por un equilibrio que hay que mantener que a su vez está formado por millones de ecosistemas, cada uno con sus propias reglas, para cuyo mantenimiento dependen de la existencia del resto de los demás ecosistemas.
Y es que por primera vez, un cambio de régimen viene dado por exigencias del medio en el que vivimos. El Cambio para mejorar nuestras vidas está supeditado por lo que hagamos, por las mediadas que adoptemos para frenar al Cambio Climático. Uno que es optimista, se lo toma como una lección que una madre le diera a su hijo. Una lección que nos devuelve a todos a nuestro origen y a comprender lo que somos.
Del Cambio Climático debe surgir una nueva manera de vivir, más respetuosa con el Medio Ambiente, pero sobre todo, de lo que debemos de ser capaces es de convertir la amenaza en una lección de vida. De todos los valores actuales, dinero, belleza, trabajo, religión. Podemos prescindir, pero hay uno, el más olvidado, el respeto por la vida y la naturaleza, del que es imposible prescindir y actualmente es el que más necesitamos, aunque los periódicos, la tele, la radio y sus tertulianos no lo digan.
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