Darren Aranofsky mantiene intacta su fama de director inclasificable y reescribe la historia bíblica para hacerla digerible para el público actual potenciando lo épico, dejándose seducir por lo fantástico y asomándose de puntillas al terror psicológico que emana de los fanatismos y el sentimiento de culpa.
Esta película está hecha para que las nuevas generaciones se acerquen a la historia de Noe en una pantalla grande y para eso se toma ciertas licencias que consiguen que resulte entretenida y espectacular en cierto modo, pero para desgracia del director no consigue del todo que veas las más de dos horas sin removerte en el asiento.
La trayectoria como director de Aranofsky es absolutamente imprevisible. Después de disfrutar de la buena acogida crítica y de público de “El luchador” y “Cisne negro” parece que lo que ha querido es mantener el interés del gran público pero abordar un tema que le interesa personalmente. No se entiende de otro modo que haya optado por una adaptación bíblica, con el riesgo que eso conlleva y lo haya hecho tomándose unas cuantas licencias para asegurarse no ir perdiendo público con el boca a oreja.
El caso es que hasta hace poco cualquier historia de la Biblia vendía menos que una nevera en Alaska, pero hete aquí que desde la buena acogida de la emisión de la serie del mismo título en EEUU, que por cierto, era pura bazofia y sólo la salvaba la banda sonora de Hans Zimmer, se han lanzado a alguna que otra adaptación sobre asuntos de las sagradas escrituras. El mismísimo Ridley Scott está filmando “Exodus” y Aranofsky, sin disimular ese interés espiritual o trascendente que ya demostró en la plomiza “La fuente de la vida”, ha optado por contarnos la historia de Noe.
Lo que más descoloca al ver la película es toparse con ese preámbulo con ángeles caídos sobretodo porque al ver en qué se han convertido temes que de pronto el asunto bíblico se haya transformado en un “Señor de los anillos” religioso; pero el caso es que esa reinterpretación de los sagrados textos para acomodarlos a los ojos de los más jóvenes no está mal del todo y además ese tono apocalíptico le da al conjunto un interés añadido.
Religión y espiritualidad hay y a veces Aranofsky se ve claramente tentado de imitar al Terence Malick de “El árbol de la vida” (evidente en su recreación de la formación del mundo y la evolución de las especies, escena que por cierto no está nada mal e imita un imposible time-lapse); pero no es una película religiosa o no más que fantástica. Y seguramente es en esa extraña mezcla entre religión, fantástico, drama y película de efectos especiales donde el director sale airoso y se gana a gran parte de la audiencia.
A mí esta película no me parece redonda ni mucho menos, más bien me da la sensación que no consiguen del todo lo que pretendían, pero debo reconocer que el proyecto es valiente porque hay que tener un par de bemoles para haber filmado lo que han filmado, que corría el riesgo de no gustar a absolutamente nadie; pero la curiosidad de la mezcla y haber dado con el ritmo adecuado (y ojo, a más de uno le va a aburrir de todos modos) a mi modo de ver le dan puntos a favor.
También se los dan Russell Crowe, Jennifer Connelly, Anthony Hopkins, Emma Watson, Logan Lermany Ray Winstone porque sus interpretaciones hacen creíble e intenso el drama aunque también creo que, menos mal, porque el argumento está alargado ya que, seamos claros, no hay mucho que contar y han tenido que crear hilos argumentales nuevos para darle un poco de enjundia.
Yo diría que no es una película tan fallida como intuía de antemano, que se puede ver, pero que tampoco han conseguido un título relevante porque han querido mezclar muchas cosas y la sensación final que te queda es la de una película mediocre y eso viene a significar que es una de las peores de este director en toda su carrera.