Noemí Jordana, durante las semifinales de Copa - Foto: Toni Delgado.
TONI DELGADO / Arganda del ReyEl respeto de verdad -porque el miedo es miedo y no respeto- se gana día a día y no hay duda de que Noemí Jordana (Torrelló, Osona, Barcelona, 1980) es una jugadora que se lo ha sabido ganar a base de profesionalidad -independientemente de su protagonismo, como demostró en su última etapa en el Ros Casares- y de gotas de sudor como las que recorren su cara. Está agotada después de un partido extremo en el que a su equipo le ha faltado muy poco para remontarle 23 puntos de desventaja al Perfumerías Avenida en los últimos 13 minutos. La base del Uni Girona, que acumula más de 400 partidos en la Liga, se mostró muy sincera con Cronómetro de Récords después de la segunda semifinal de la Copa del Rey de Arganda.
- Habéis hecho un gran inicio y un gran final. Os ha faltado lo del medio.
Son responsabilidad nuestra esos momentos que nos dan de bajón y hacen que al final no podamos ganar algunos partidos.
- Os habéis obcecado con jugar demasiado interior con la zona poblada...
Sí, es una cosa que Anna Caula nos lleva repitiendo durante toda la temporada, pero, vamos, somos cabezotas y nos cuesta entender que a veces hay que sacarla fuera. Es la costumbre que tenemos, pues durante muchos partidos las pívots han sido las que nos han dado la victoria.
- El equipo se ha vaciado hasta el final. Lo mejor, la imagen.
Hay que felicitar al grupo porque todo el mundo ha peleado hasta el último minuto.
- En el primer cuarto te entraba todo: tres de tres en triples.
Sí, pero soy muy exigente. Hubiese preferido meter esos triples en el último minuto y que ganáramos. En la segunda parte no he metido ninguna canasta y he tenido a Isabel [Isa Sánchez] más encima...
- El ambiente ha sido increíble. Ha venido bastante gente de Girona.
Han puesto un autobús. Hubiese sido más bonito si al final se hubiese hecho lo de la mini Copa, que no ha podido ser al final. Siempre es bonito jugar en un ambiente así y hay que disfrutarlo. Es una vez al año.
- Y equipo al que vas, alcanza la Copa.
[Sonríe]. Bueno sí... [Aparecen amigas suyas, le hacen sonidos y le abrazan]. Aunque llevaba dos años sin ir desde que se hizo el formato de cuatro equipos siempre es agradable volver porque te lo pasas bien.
- ¿Qué le dirías a alguien que no haya venido nunca a este torneo?
Que se hubiesen espabilado antes, porque ya no hay entradas [se ríe].
- Me refería en general. ¿Qué se van a encontrar en la Copa? [risas]. No nos partidos como los de Liga. En la Copa los equipos siempre ponen un espíritu extra y un poco de fuerza más para dar la sorpresa. Creo que es cuando más se disfruta de la temporada, más incluso que durante los playoff.
- ¿Qué os ha dicho Anna [Caula] en el tiempo muerto del tercer cuarto cuando perdíais por más de veinte puntos? Nos ha dicho que calma... Que con el resultado así no podíamos pretender ir a ganar el partido y que lo que teníamos que hacer era bajar el culo, ponernos a trabajar y hacer las cosas bien.
- Viajemos por el tiempo. A hace unos años. ¿Cómo era eso de convivir en el mismo edificio que tu padre [Ramón Jordana] en el Segle XXI?
El primer mes difícil, pero luego cuando las compañeras te conocen y saben una más y sobre todo que no te chivas de las cosas que pasan, que es lo más importante, pues nada. Durante la semana entrenador y jugador y el fin de semana padre e hija.
- ¿Es muy complicada esa situación? ¿El hecho de separar las dos cosas?
Eea más complicado para la gente de fuera que para nosotros. Lo teníamos claro desde el primer momento, tanto en selecciones como en la Blume. Siempre lo diferenciamos muy bien. Creo que él era especialmente estricto conmigo, cosa que agradezco. A las demás personas les costó tiempo y más tiempo, incluso después de la Blume, diferenciar una cosa de otra. Ahora todo el mundo sabe quién soy yo, quién es él...
- ¿Y quién es Noe Jordana? ¿Cómo te defines?
Una persona exigente en las canchas, un poco malhumorada a veces [se ríe].
- Ahora no lo parece...
[Vuelve a reírse]. Pongo firme a todo el mundo. Intento ser agradable, educada y una persona normal.