Richard Corben fusiona perros y dinosaurios en dos dimensiones de la realidad (¿o se trata sólo de la imaginación del niño?) en “The Hero Within” (1974, Creepy #60, con guión de Steve Skeats) y en “Me an’ol’ Rex” (1983, Twisted Tales #3, guión de Bruce Jones) un chaval encuentra un huevo del que sale un dinosaurio y lo cría como si fuera su perro.
Yendo un paso más allá, la pasión de los perros por los huesos les ha convertido en paleontólogos improvisados en numerosos cómics, mostrando del modo más cómico (portando en sus fauces las pruebas fósiles) que, a diferencia de ellos, los dinosaurios son seres extintos: incluso el propio Milú, el foxterrier de Tintin, ha mostrado de este modo su interés por las tibias de Diplodocus giganticus (otro dinosaurio ficticio, ya que no existe tal binomen) en el “El cetro de Ottokar” (1939).
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[1] Protagonizó exposiciones en 1916, 1920, 1931 ó 1944 y una serie de sellos en 1977. Aún puede apreciarse su huella en autores como Oscar Hjelmgren.
[2] En 1973 dio nombre a un fanzine y en 1987 a un premio con que se reconoce al mejor álbum de cómic y la mejor traducción al sueco de un álbum extranjero, categorías a las que se suma desde 1994 el cómic infantil y juvenil.