Lo más parecido a los sueños es el cine. En ellos somos espectadores de imágenes que van de lo cotidiano hasta lo imposible y que, mientras dormimos, están unidas por su propia lógica, a la que no encontramos sentido tras despertar. Las imágenes que ha creado Jordan Peele en ¡Nop! tienen el poder misterioso de los sueños. Tras la sorprendente Déjame salir (2017) y la contundente Nosotros (2019), Peele sigue evolucionando como director con su obra más ambiciosa y estimulante hasta la fecha. En ella plantea la historia de dos hermanos -Daniel Kaluuya y Keke Palmer- que se enfrentan a la misteriosa muerte de su padre, dueño de un rancho que se dedica a entrenar caballos para cine, televisión y anuncios. Esta trama se cruza con otra historia, inquietante y enigmática, sobre un chimpancé que se vuelve violento durante la grabación de una sitcom. ¿Cómo se relacionan estas dos historias? Si Peele habló claramente del racismo en Déjame salir y de las desigualdades sociales en Nosotros, en ¡Nop! se muestra mucho más críptico, incluso hermético, en cuanto al tema de su film, dejando a la interpretación del espectador el verdadero sentido de sus imágenes. Así, entre el relato del chimpancé, protagonizado por Steven Yeun, y la trama principal no hay una relación directa más allá de su personaje principal, sino temática. Una historia refleja a la otra y se hace eco de las preocupaciones del autor. ¿Cuáles son? Pues la imagen, la mirada, el espectáculo y en definitiva, el cine. Peele se remonta al origen de la primera imagen precinematográfica, la cronofotografía diseñada por el británico Eadweard Muybridge para analizar el trote de un caballo en 1872. Una idea que Peele propone para definir a sus personajes principales y que luego recoge en un clímax que me parece precioso. Creo que Peele quiere hablar del viejo cine, que relaciona con el western, con el uso de animales reales -y no digitales-, con la magia de una cámara mecánica, analógica, cargada con celuloide, que contrapone a las cámaras digitales y eléctricas. Sólo esa cámara que funciona a golpe de manivela será capaz de registrar el misterio. Por último, Peele habla del sufrimiento convertido en espectáculo: el de los animales sacados de su entorno para aparecer en films y series; el de los niños-estrella que luego serán juguetes rotos; y también de cómo, como sociedad, no podemos dejar de mirar. Los que consigan no hacerlo, sobrevivirán. Peele parece hacer una crítica de los que sacan provecho de ese sufrimiento convertido en espectáculo: el guión apela directamente a Oprah Winfrey y en Youtube encontraréis su entrevista a una mujer desfigurada tras ser atacada por un chimpancé, que resulta escalofriante y que seguramente inspiró al autor de esta película. Todos estos temas que menciono forman parte de una obra en la que se apela a lo conceptual, lo que no quiere decir que no estemos ante una brillante cinta de terror, fantástico y ciencia ficción. Las imágenes de ¡Nop! son muy originales, extrañas, inquietantes y hermosas. La película parece un cruce imposible entre dos obras capitales de Steven Spielberg: Encuentros en la tercera fase (1977) y Tiburón (1975), con la misteriosa amenaza bajando de los cielos para sembrar el terror y con un director de fotografía convertido en el 'cazador' experto al que recurren los protagonistas, un capitán Ahab empeñado en capturar la imagen imposible. Hay también elementos que pueden recordar al M. Night Shyamalan de Señales (2002), claro, o incluso a cintas como la divertida Temblores (1990). Pero lo importante es que Peele depura aquí su puesta en escena, consiguiendo una inquietud constante a través del diseño de los planos y de la banda sonora, en la que siempre hay extraños ruidos de fondo. Por último, señalar conexiones menos evidentes, a cintas recientes que hablan de la nostalgia por el mundo del cine y del espectáculo que ha dejado de existir, como pueden ser Érase una vez en Hollywood (2019) y Licorice Pizza (2021). Como veis, ¡Nop! es una obra inagotable -que también tiene mucho humor- que pide varios visionados y posiblemente sea el mayor logro de Jordan Peele, aunque el tiempo dirá si estamos ante un salto adelante en la búsqueda de un discurso que promete la llegada, quizás, de una futura obra maestra.
Lo más parecido a los sueños es el cine. En ellos somos espectadores de imágenes que van de lo cotidiano hasta lo imposible y que, mientras dormimos, están unidas por su propia lógica, a la que no encontramos sentido tras despertar. Las imágenes que ha creado Jordan Peele en ¡Nop! tienen el poder misterioso de los sueños. Tras la sorprendente Déjame salir (2017) y la contundente Nosotros (2019), Peele sigue evolucionando como director con su obra más ambiciosa y estimulante hasta la fecha. En ella plantea la historia de dos hermanos -Daniel Kaluuya y Keke Palmer- que se enfrentan a la misteriosa muerte de su padre, dueño de un rancho que se dedica a entrenar caballos para cine, televisión y anuncios. Esta trama se cruza con otra historia, inquietante y enigmática, sobre un chimpancé que se vuelve violento durante la grabación de una sitcom. ¿Cómo se relacionan estas dos historias? Si Peele habló claramente del racismo en Déjame salir y de las desigualdades sociales en Nosotros, en ¡Nop! se muestra mucho más críptico, incluso hermético, en cuanto al tema de su film, dejando a la interpretación del espectador el verdadero sentido de sus imágenes. Así, entre el relato del chimpancé, protagonizado por Steven Yeun, y la trama principal no hay una relación directa más allá de su personaje principal, sino temática. Una historia refleja a la otra y se hace eco de las preocupaciones del autor. ¿Cuáles son? Pues la imagen, la mirada, el espectáculo y en definitiva, el cine. Peele se remonta al origen de la primera imagen precinematográfica, la cronofotografía diseñada por el británico Eadweard Muybridge para analizar el trote de un caballo en 1872. Una idea que Peele propone para definir a sus personajes principales y que luego recoge en un clímax que me parece precioso. Creo que Peele quiere hablar del viejo cine, que relaciona con el western, con el uso de animales reales -y no digitales-, con la magia de una cámara mecánica, analógica, cargada con celuloide, que contrapone a las cámaras digitales y eléctricas. Sólo esa cámara que funciona a golpe de manivela será capaz de registrar el misterio. Por último, Peele habla del sufrimiento convertido en espectáculo: el de los animales sacados de su entorno para aparecer en films y series; el de los niños-estrella que luego serán juguetes rotos; y también de cómo, como sociedad, no podemos dejar de mirar. Los que consigan no hacerlo, sobrevivirán. Peele parece hacer una crítica de los que sacan provecho de ese sufrimiento convertido en espectáculo: el guión apela directamente a Oprah Winfrey y en Youtube encontraréis su entrevista a una mujer desfigurada tras ser atacada por un chimpancé, que resulta escalofriante y que seguramente inspiró al autor de esta película. Todos estos temas que menciono forman parte de una obra en la que se apela a lo conceptual, lo que no quiere decir que no estemos ante una brillante cinta de terror, fantástico y ciencia ficción. Las imágenes de ¡Nop! son muy originales, extrañas, inquietantes y hermosas. La película parece un cruce imposible entre dos obras capitales de Steven Spielberg: Encuentros en la tercera fase (1977) y Tiburón (1975), con la misteriosa amenaza bajando de los cielos para sembrar el terror y con un director de fotografía convertido en el 'cazador' experto al que recurren los protagonistas, un capitán Ahab empeñado en capturar la imagen imposible. Hay también elementos que pueden recordar al M. Night Shyamalan de Señales (2002), claro, o incluso a cintas como la divertida Temblores (1990). Pero lo importante es que Peele depura aquí su puesta en escena, consiguiendo una inquietud constante a través del diseño de los planos y de la banda sonora, en la que siempre hay extraños ruidos de fondo. Por último, señalar conexiones menos evidentes, a cintas recientes que hablan de la nostalgia por el mundo del cine y del espectáculo que ha dejado de existir, como pueden ser Érase una vez en Hollywood (2019) y Licorice Pizza (2021). Como veis, ¡Nop! es una obra inagotable -que también tiene mucho humor- que pide varios visionados y posiblemente sea el mayor logro de Jordan Peele, aunque el tiempo dirá si estamos ante un salto adelante en la búsqueda de un discurso que promete la llegada, quizás, de una futura obra maestra.