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Por Ada


Cuanta muerte por todas partes, grita el insomne desde la ventana que refleja el lago ondulante como una bola de acero grande y frío. Se retuerce contra los cristales llenos de peces. Le arañan las espinas, les hace el boca a boca en las branquias a los que agonizan. El hombre insomne se esconde del amanecer con los párpados quemados y sigue gritando: ya conozco a demasiados muertos.
MARÍA JESÚS SILVA