─Estoy en el café pero, ¿dónde está mi muerte? Y otra voz decía ─En el café estoy, ¿pero mi hombre? No nos encontramos aquel día. No, pero en el sueño mientras Jacobo luchaba con su olivo que en su embriaguez juzgaba ángel en un abrazo de hombre y jazz y ramas daba vueltas el local y las ventanas entraban en la curva de algún baile de este a oeste y a aquel y el que sonríe sentado entre sus ojos a una mesa que no ha encontrado su beso y su luto que no podrá maltratar ni malbeber porque es morigerado en sus costumbres y las aves no le doblan hasta el suelo aunque tiren de sus cejas hacia abajo y abollen tristemente su sombrero. Mirad como da vueltas en la nieve ahora si baila con su sombra y extiende la mano a su bufanda. Sonríe, promete algo. ¿Hay quién podrá no abrazarle? ¿No veis pues, que está vivo, que se apoya en la pared?
SMITH SOTO De su libro LIBRO DEL LAGO (editorial árdora exprés)