Hamlet (Escena VIII). William Shakespeare.
Es difícil decir más, con más hermosura, con menos palabras. Y era tan válido en el 1600 como seguramente lo será en el 3000.
¡Hijo mío! Antes de morir recibe mi bendición, y procura imprimir en la memoria estos pocos preceptos:
- No publiques con facilidad lo que pienses, ni ejecutes cosa no bien premeditada primero. Debes ser afable pero no vulgar en el trato.
- Une a tu alma con vínculos de acero aquellos amigos que adoptaste después de examinada su conducta; pero no acaricies con mano pródiga a los que acaban de salir del cascarón y aún están sin plumas.
- Huye siempre de mezclarte en disputas; pero una vez metido en ellas, obra de manera que tu contrario huya de ti.
- Presta el oído a todos y a pocos la voz. Oye las censuras de los demás; pero reserva tu propia opinión.
- Sea tu vestido tan costoso cuanto tus facultades lo permitan, pero no afectado en su hechura; rico, no extravagante.
- Procura no dar ni pedir prestado a nadie; porque el que presta suele perder a un tiempo el dinero y el amigo, y el que se acostumbra a pedir prestado falta al espíritu de economía y buen orden que nos es tan útil.
- Pero, sobre todo, usa de ingenuidad contigo mismo y no podrás ser falso con los demás: consecuencia tan necesaria como que la noche suceda al día.
Adiós, y él permita que mi bendición haga fructificar en ti estos consejos.