Philipp Stölzl la llevó a la pantalla hace casi dos años con un presupuesto mínimo y una producción que, a pesar de alejarse bastante de otras como "¡Viven!", encaja a la perfección con la historia que deseaba contar.
El alpinismo es el punto que marca la diferencia en esta película de acción, puesto que sus ritmos no tienen nada que ver con los de cualquier otro deporte, a pesar de que es una de las más grandes y duras representaciones de la lucha del hombre contra la incontrolable naturaleza. Es una historia de pura supervivencia que, a pesar de tener su épica, no echa en falta una lista de espectaculares efectos especiales. Corre al ritmo que marca la montaña y la desesperanza de encontrarse a miles de kilómetros del suelo y ser consciente de que tal vez no exista manera de volver a pisar nunca la hierba.
Conozco a más de un montañero al que le va a flipar esta película.