nos abrazaremos como dos que nunca nacieron

Por Marapsara

EL BARQUERO

Tres años después de su muerte, mi padrevuelve a trabajar. Después de veinticinco añosdesempleado, está muy contentode haber sido contratado, llega puntual,trabajador incansable. Se sientaen la proa de la barca, dulce timonel,de espalda a los pasajeros. Está muerto,pero se arrodilla erguido, mirando hacia delante,a la otra orilla. Alguien ha cerradosu boca, de modo que se lo ve más cómodo-ni sediento, ni necesitado- los ojosabiertos, bajo el iris la línea negraque apareció con su muerte. Está tranquilo.Su nuevo empleo es una broma entre los dos,le encanta bromear conmigo, no ha perdidosu cara de póquer. Mascarón de proa de marfil,hombre alto, demacrado, costillas, pezones, labios,cada vez que traigo a alguieny lo pongo en el barco y lo empujo,mi padre lo lleva remando a través del ríohacia la lejana orilla. No hablamos:él sabe que se trata de alguiende quien me quiero deshacer, alguienque me hace sentir fea y asustada. No le digocomo lo hacías tú. Él conoce el oficioy lo disfruta. Cuando arrojo a alguien dentroél no mira hacia atrás: lo lleva directamenteal infierno. Quiere trabajar para míhasta que yo muera. Sabe que entoncesiré hasta él, subiré a su barcay me dejaré llevar, estiraré mi mano ampliahacia la suya, lo ayudaré a desembarcar,nos abrazaremos como dos que nunca nacieron,desnudos, sin respirar, nos cubriremoshasta los labios con el oscuro manto de la tierray descansaremos juntos al final de la jornada.


Sharon Olds escribió estos poemas a lo largo de nueve años. Todos siguen el hilo argumental de la especial (por compleja, no por tierna) relación que mantenía con su padre, relatando episodios de la enfermedad que terminó con su vida sobre todo. Es magnífico descubrir que existan poetas que no utilicen las anécdotas derivadas de relaciones familiares con una bochornosa falta de estilo literario (como suele suceder), centrándose en laurear hasta la saturación por azúcar a unos parientes que adoran, o a echar pestes sin gracia hacia aquellos con los que se llevan mal, o que los han rechazado.Sí es cierto que algunos de estos poemas pueden herir la sensibilidad del lector (pero qué no lo hace ya hoy en día) por ser demasiado explícitos describiendo los aspectos más purulentos de una enfermedad... pero también lo es que el poemario incluye además poemas cargados de referencias mitológicas, ancestrales, arraigadas a la Naturaleza y que son un verdadero regalo para el intelecto.Al menos en España, los premios literarios siguen siendo polémicos en la actualidad sin vistas de que esto cambie: no sé cómo funciona en Estados Unidos, pero el caso es que Sharon Olds tiene tantos que prefiero omitir la secuencia para no aburrir a un posible lector. El libro nos depara una sorpresa final con un epílogo en el que Olds comenta su entusiasmo al saberse traducida al español, de la siguiente forma: "(...) que este libro camine atravesando la pared del lenguaje, desde su sala de parto en inglés norteamericano, hacia su nuevo hogar, en español". Así que ahora ya lo sabéis, El padre está en casa.