Nos deja Alfredo Landa (1933-2013)

Publicado el 10 mayo 2013 por Lapalomitamecanica
Nuestros abuelos se quedan sin un espejo al que mirarse en pantalla

Alfredo Landa, enfermo desde hace años como quedó de manifiesto con el lapso que sufrió durante  su discurso de aceptación del Goya de Honor en 2007, nos ha dejado hoy a los 80 años en Madrid tras una larga temporada retirado de la vida pública. Convertido durante la última década más en personaje que en el heredero del gran actor que fue y a pesar de su carácter tosco y poco dado a las sutilezas, a la hora de la verdad era realmente complicado no encontrar una mirada entrañable en el rostro de este navarro que llegó a conquistar todas las metas profesionales que se propuso, tanto en comedia como en drama, y que puso cara a toda un generación que veía como las barreras impuestas por el franquismo se levantaban hacía un futuro tan incierto como esperanzador.  
Nuestra despedida completa a Alfredo Landa, tras el salto.
Hijo de un Guardia Civil de Pamplona, desde el marco de su nacimiento Landa ya apuntaba maneras para convertirse en el fiel reflejo del español de una era y en todo un fenómeno sociológico. Aunque no sería hasta que cumplió los 27, una vez hubo desistido de su empeño por convertirse en abogado, que el el joven Alfredo se inició en la escena teatral, a la que no tardaría en seguirle un éxito cinematográfico tan brutal como para que podamos encontrar años en los que estrenó 7, 8 y hasta 9 películas distintas.
Fue el recientemente fallecido Pedro Masó el que le descubrió durante una representación y decidió regalarle un debut en una de las comedias más míticas de los 60, Atraco a las Tres, en lo que sería sólo el preludio de un selló cómplice y fácilmente reconocible a pie de calle que llegó a contar hasta con adjetivación propia, el dichoso "landismo". Sus repetidas colaboraciones con realizadores como Forqué, Pedro Lazaga y Ozores, por no hablar de papeles clave como el de Ninette y Un Señor de Murcia (Fernando Fernán Gómez, 1965), pronto hicieron que el calificativo echara raíces a pesar de la concepción negativa que tenía de él la crítica especializada de la época.
Landa no tardó en reivindicarse como algo más que un Pajares o Esteso iluminado cuando decidió dar un arriesgadísimo giro dramático en su carrera en 1976. El Puente, de Juan Antonio Bardem, fue un éxito que nos descubrió a un intérprete al que incluso el Festival de Cannes no tardaría en tomar en serio concediéndole el premio al mejor actor -ex aequo con Paco Rabal- por Los Santos Inocentes (Mario Camus, 1984). La Vaquilla, Tata Mía o sus repetidas colaboraciones con Garci, junto al que se despidió de su profesión en la irregular Luz de Domingo en 2007, confimaron la evolución tragicómica de Landa hasta consagrar al navarro como un intérprete total, merecedor del Goya al mejor actor principal en dos ocasiones: 1987 y 1992, por El Bosque Animado y La Marrana respectivamente.
Fue precisamente a mediados de la década de los 90, en el momento en el que ya no le quedaba ningún reto por cumplir, cuando su estela comenzó a debilitarse. Animado por el éxito de la miniserie El Quijote (puedes verla online en la web de RTVE), donde por fin encarnaba un rol -el de Sancho- para el que parecía haber nacido, Landa decidió apostar casi en exclusiva por la televisión en productos que no terminaron por cuajar del todo como Lleno, Por Favor o Por Fin Solos, quedando retratado para las nuevas generaciones como el hermano mayor de Antonio Resines y Jesús Bonila en Los Serrano
A pesar de esa última época discreta, retrasada eso sí mucho más de lo que fueron capaces otras estrellas que se consagraron en torno a la transición, Landa fue mucho más; de hecho, fue prácticamente de todo, pero principalmente el mejor representante de una sociedad cohibida y taimada que ansiaba conquistar nuevos horizontes sin miedo al cambio y sin renunciar nunca a su identidad. Una que a partir de hoy le echará de menos no sólo en la pantalla grande.