Revista Cultura y Ocio

«Nos falta la cordialidad del combatiente y nos sobra la arisca soberbia del triunfante » ( 4 min.)

Publicado el 16 febrero 2014 por Jblor8
«Nos falta la cordialidad del combatiente y nos sobra la arisca soberbia del triunfante » ( 4 min.)




Juan B. Lorenzo de Membiela

¿Ser conservacionista a pesar de lo claudicante de una marcha sin valores o ser innovador a pesar de lo incierto del mañana?, ¿Ser disidente o plegarse al fatalismo trascendente de Schopenhauer ( 1994:21)?El progreso como salvaguarda no de lo civilizado sino de la solvencia económica de los países. Hay en ello algo perverso que se extiende por Europa  y es el desplazamiento de la responsabilidad económica de los gobiernos a sus ciudadanos. Quizás sea el precio de una libertad escenificada en la democracia; quizás el único sacrificio para evitar contiendas bélicas a causa de insolvencias.Tiempo atrás conocimos la « Guerra de los pasteles » entre México y Francia (16 de abril de 1838 - 9 de marzo de 1839) al no pagar México una deuda a Francia por 600.000 pesos. Y la primera Guerra del Pacífico entre España y Perú apoyado por Chile, Ecuador y Bolivia (1864-1866), para garantizar el pago de la llamada « deuda de independencia»  originada en 11 de diciembre de 1824 bajo el reinado de SMC Fernando VII. Argucia bélica sirviéndose de la buena fe de unos  científicos entusiasmados con la inocencia de la sabiduría ( vid. Comisión Científica del Pacífico).La opción entre un escenario y otro no deja duda de lo preferible que es mantener una paz con precariedad que una precariedad sin paz. Que no es fácil asumirlo porque como dijo Ortega:  « Nos falta la cordialidad del combatiente y nos sobra la arisca soberbia del triunfante» (1981:65).Spengler razonó en su obra « Los años decisivos » la relación entre actividad económica extrema y los conflictos armados, refiriéndose a la Gran Guerra. Esta relación queda constatada sobre dos premisas: Porque lo económico se apoyaba sobre bases poco sólidas y porque los problemas de la « gran paz » desde 1870 a 1914 eran constantemente aplazados y transferidos de padres a hijos y de hijos a nietos.Muy pocos soportan una larga guerra sin que su alma se corrompa; nadie una larga paz (Spengler, 2011:50).Hoy la expectativa bélica es desplazada por la contingencia económica que siempre fue la causa de todas las contiendas. Es posible que el logro de la gran política sea haber sustituido la barbarie del combate por el « arte de lo posible» financiero. Se aleja, sí, el resplandor de la sangre pero se mantiene el fulgor de la angustia.En ambas situaciones el hombre queda postergado como protagonista. En la batalla actual por ser víctima del llamado « progreso económico ».Progreso como cambio social legítimo sin legitimación político-democrática. La creencia en el progreso sustituye a un tipo de consenso previo para fines y consecuencias que son desconocidos (Beck, 2010:344). Se apremia a lo fáustico para superar los designios de un destino ignoto.Entonces: ¿Quiénes son los disidentes?: ¿A caso quienes quedan a merced de brisas sin rumbo?; ¿A caso quienes navegan en el instante?; ¿A caso quienes viran a barlovento por lo propicio de los vientos? El confort que inmoviliza, el apetito de lo ajeno, el miedo al sufrimiento, la lealtad quebrada… se sobrellevan, a pesar de todo, porque la vida impone al peregrino sendas encrespadas franqueadas por vacíos de silencio.Y se prosigue en la marcha: el desconsuelo del frio y el aguacero en los cielos, aunque perturbadores, crean esperanzas que alientan al hombre que busca. Porque como declamó Hamlet: ¿quién soportaría los ultrajes y desdenes del tiempo, la injuria del opresor, la contumelia del soberbio, las tardanzas de la justicia, las insolencias del poder y las vejaciones (…) del hombre indigno (…)?En la desaparecida URSS y sus países satélites, los disidentes eran recluidos en psiquiátricos o en gulags aplicándoles terapias destructivas.Ello siempre provocó indignación en hombres de buena voluntad y rechazo en las sociedades libres: ¿cómo a personas se las fragmentaba impunemente amputándoles su personalidad? ¿Cómo podía, no ya permitirse, sino incluso pensar con destruir su individualidad para someterlos a la ideología social del momento? Archipiélago Gulag y la invasión de Checoslovaquia rompió el mito intelectual de la liberación comunista en 1968. Otros episodios como la masacre sucedida en la mina 29 de Vorkuta en 1953 contra los prisioneros (Slavoj Zizek,2002:91) o la tragedia en el gulag de Kolymá en la  « carretera de los huesos »  en donde cadáveres fueron amalgama para consolidar el asfalto. Proezas del humano descritos por Shalámov internado en un centro psiquiátrico en 1982 en donde murió.Pero también léase al psiquiatra británico David Cooper, cuando denuncia en su obra   «¿Quiénes son los disidentes? » otros gulags en Occidente. Hay y hubo cientos si no miles de personas que han sido sometidas a una invalidación sutil o abierta en tanto que individuos. Personas que no se ajustaban a una normalidad que es definida por clases, castas y capas dominantes en la sociedad. A eso suele denominarse « muerte social » o « muerte política».« Normalidad » para quien toda innovación, toda creatividad, es considerada como disidencia (Cooper, 1978:38). Innovación como perjuicio al « status quo » o a cuotas de poder. Innovadores incapacitados o innovadores asesinados. Véase en la Revista Historia de Iberia Vieja, el magnicidio, a fuego primero, y posterior estrangulación del general Prim que quiso imponer una dinastía regia y con ello todo un status quo diferente (« Historia de Iberia Vieja» ,91). Ya lo dijo Montaigne: toda gran mutación agita el Estado y lo desordena (2008: 921) y evitarla invita al sacrificio por la Patria.¿Cómo puede llegarse a estos extremos?La perversión se deriva de que en Occidente, cuna de los derechos del hombre, los que se ostentan frente al Estado vertebran toda la vida social y económica de los países. Los totalitarismos han surgido y surgen siempre de la fractura de un equilibrio entre los derechos de las personas y los derechos del Estado. Lo tiránico siempre aguarda la debilidad del ciudadano acongojado.Vienen a propósito los versos del poeta persa Omar Jayyam, cuarteta LXXXI:


« En el vértigo de la vida sólo son felices
los que presumen de sabios y los que no tratan de educarse.
ME INCLINÉ SOBRE TODOS LOS SECRETOS DEL COSMOS
Y RETORNÉ A LA SOLEDAD ENVIDIANDO A LOS CIEGOS QUE HALLÉ POR EL CAMINO». 

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