¿Nos gobiernan nuestros enemigos?

Publicado el 17 febrero 2014 por Franky
Nuestros gobiernos se comportan como enemigos de España, a la que empujan hacia el abismo. Se niegan tercamente a adoptar las medidas y reformas que el país necesita, como reducir el tamaño monstruoso de un Estado que esta tan lleno de parásitos y de políticos inútiles que nos arrastra hacia la ruina, pero si aprueban mermas de derechos, recortes en servicios básicos y reformas tan injustas como el incremento de los impuestos, una medida que puede arruinar todavía mas la ya postrada economía española y que provoca estragos como el auge de la economía sumergida, la fuga de capitales, la huida de empresas hacia países donde se tributa menos, el cierre masivo de empresas, asfixiadas por el fisco, desempleo masivo, pobreza y desindustrialización, entre otros.

Y todo porque los gobiernos españoles se comportan como enemigos del país y de sus ciudadanos.

El ciudadano está desconcertado porque se siente gobernado por bribones que mienten, incumplen sus promesas, violan la democracia, se entregan en cuerpo y alma a la corrupción e impulsan una sociedad injusta e indecente. Por mucho que quiera, no puede respetar ya a la autoridad, a la que obedece sólo porque teme el castigo. Todos los valores de la democracia, entendida como ciudadanos que se unen en torno a objetivos comunes, han quedado dinamitados en una España que es víctima de la bajeza y torpeza de sus clases dirigentes, culpables del gran desastre del hundimiento nacional.

Basta mirar el comportamiento de los gobernantes, inmersos en su mundo de privilegios, decidiendo en contra de la voluntad popular, impulsando la injusticia y legislando de manera contraria al bien común, para comprender que mas que nuestros nuestros representantes y dirigentes son nuestros enemigos.

España es un país desquiciado porque ha fallado su clase dirigente. La gran diferencia entre España Italia y Grecia es que en Italia y Grecia la corrupción estaba en la sociedad y los políticos se contaminaron desde abajo, mientras que en España ocurrió justo lo contrario: la sociedad era limpia y decente, los ciudadanos cultivaban los valores y la gente, honrada, devolvía hasta una peseta al tendero cuando le daba mal la vuelta, pero los políticos, al practicar la corrupción y el abuso de poder, contaminaron al pueblo y lo emputecieron.

Hay brutalidades y daños causados por los políticos que el pueblo español no puede perdonar ni olvidar. Entre esos "desmanes" destacan la impunidad de los canallas y ladrones, la negativa del gobierno a impartir justicia a los que han sido estafados por las participaciones preferentes, la indiferencia de los políticos ante el saqueo de las cajas de ahorros, la responsabilidad directa de políticos y sindicalistas en ese saqueo y en la liquidación de casi todas las cajas de ahorro españolas, el cierre masivo de cientos de miles de empresas, provocado directamente por el Estado, que asfixia con sus impuestos y burocracia y que no paga a los proveedores, y el incumplimiento de la promesas electorales, pecado grave frente al que los políticos se muestran indiferentes.

Pero hay mas dramas políticos que no merecen perdón y que deben ser pagados con la expulsión del poder y, en algunos casos, con la cárcel, como son el establecimiento de tasas para acceder a una Justicia que ha dejado de ser gratuita y de la que han sido excluidos los mas pobres y débiles, la financiación de partidos y sindicatos con el dinero de los impuestos, en contra de la voluntad masiva de los ciudadanos, la convivencia de la clase política con la corrupción, el enriquecimiento ilícito de decenas de miles de políticos, la sucia politización de la Justicia, la marginación escandalosa del ciudadano, al que se le sigue llamando, hipócritamente, "soberano" del sistema, cuando es tratado como un borrego o un esclavo, la aplicación desigual de la Justicia, el desamparo de los mas débiles, los recortes innecesarios en servicios básicos, la liquidación de derechos ciudadanos ganados a lo largo de la Historia y un sinnúmero de estragos y brutalidades perpetradas desde un poder político que hace méritos cada día para ser expulsado de la cúspide y que se gana a pulso el desprecio y hasta el odio del pueblo.