Zapatero y Rajoy, con la anuencia por dejación de Rubalcarga han decidido reformar esa Constitución que nos cuentan que es tan difícil de modificar, en dos tardes. Y lo van a hacer por mandato interpuesto de Merkel y Sarkozy en nombre de la tranquilidad de los mercados.
Limitar el techo de gasto de las administraciones públicas es limitar el estado del bienestar. No se limitan los abusivos beneficios del capital ni se reforma la constitución para garantizar un suelo de gasto público para la educación o la sanidad. No. Se reforma para seguir apuntalando un sistema injusto cuyas crisis las pagamos los ciudadanos en términos de recortes, desempleo, precariedad y pérdida de derechos.
La Gran Pinza actúa de nuevo. Un congreso moribundo y saliente con un gobierno decadente y en despedida, cuyos máximos representantes de este desastre económico al que nos han llevado no van a someterse a las urnas, va a aprobar una medida que ya propuso Rajoy hace un año. No pretenden desempolvar una constitución para una nueva generación. Que supere la transición y que ahonde en más democracia, más participación, más estado del bienestar. No. Al contrario, los ciudadanos sobran ante las élites iluminadas que se mean encima de todos nosotros. Eso si: por nuestro bien.
La derecha encantada porque el psoe les está dejando el camino hecho, la alfombra puesta y hasta el café encima de la mesa.
La socialdemocracia española es cooperadora necesaria de este delito de travestismo ideológico. El mismo cuento de siempre desde que tengo uso de razón.
A la mierda. Que se vayan cuanto antes.
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