Varias sesiones esta semana pero a mi mochila de recuerdos sin duda alguna me llevaré la que impartí el jueves por la noche en la Hermandad Matriz de Nuestra Señora del Rocío de Almonte. Impresionante escuchar la Salve cantada a la Blanca Paloma en la parroquia del pueblo donde permanecerá hasta una semana antes de Pentecostés, hecho que sólo sucede cada 7 años.
Tras la sesión, volví a Sevilla en un coche con José Luis. Hablamos de mi trabajo, del suyo, de sus hijos, de los míos. José Luis estaba contento. La vida le sonreía. Sus hijos habían sido buenos estudiantes y estaban empezando a buscar trabajo. Y todo apuntaba que lo iban a conseguir.
Séneca paseaba un día por los jardines de su casa cuando se le acercó uno de sus jóvenes discípulos y le dijo:
- Maestro, llevo años aprendiendo a su lado y creo que estoy preparado para hacer grandes cosas en en este mundo. Pero, usted que conoce bien a las personas, ¿podría decirme cuanto valgo como hombre?
- No tengo datos suficientes para responderte. Ciertamente conozco tu vida y lo brillante de tus logros, pero no puedo decirte lo que vales como hombre porque la vida todavía no te ha puesto a prueba. Será entonces cuando te conozca de verdad.
Y es que el soldado demuestra su valor en el campo de batalla, no con el uniforme de gala en un desfile triunfal. Y el marinero demuestra su talento al timón en medio de una tormenta, cuando el mar se encabrita y no con el mar en calma o en la taberna del puerto.
Si en estos tiempos adversos somos capaces de entender, que las dificultades que nos puedan surgir no son impedimentos para la felicidad sino meras anécdotas en el camino hacia ella, viviremos más serenos, más esperanzados.
Y es que debemos tener claro que nuestros logros, nuestras capacidades... no nos bastarán, porque la vida, tarde o temprano, ¡nos probará!