Estupor y cuchicheos en la calle Ancha. Rodin a la plancha. Es cultura. Anatomía del angango. Rodin en las letras del Carnaval, el poeta popular gaditano afila su imaginación. Se admiten apuestas sobre las ocurrencias, pamplinas y salidas de tono que recibirá en sus propias carnes El Pensador de Rodin a su paso por el inminente carnaval gaditano. El comparsistas filósofo escribirá sobre el sentido de la vida y el asombro del cavilador de Rodin en torno al espectáculo diario. El comparsista cursi trazará una línea divisoria entre los pensamientos más profundos del nota de Rodin y la propia idiosincrasia gaditana. El chirigotero borde comparará la figura de Rodin con Mágico González o alguien así. Esto es, con un mito de la humanidad gadita. Y el corista de mil colores entonará un precioso popurrí en homenaje a "Nos quedamos de piedra", célebre comparsa monumental.
Hay gente que habla bajito a la vera del monumento, como si El Pensador fuera también un morsegón del quince o tuviera sonotone o simplemente ejerciese de limpiabotas frustrado. Hay gente que mira al cielo, otros paseantes hablan a la cara, y hacen click todos con su maquinita de las narices, click, click, Rodin pal caralibro del tirón, Mamá con el Pensador, Mamá con Rodin, Mamá aquí en Cádiz hay que pensar, Rodin en adobo, Rodin en óptica malé, Rodin abre los italianos por nones, Rodin no me toques la colección de figuritas impertérritas del anteayer.
"Mamá, ¿ese señor quén es?" "El despistao, niño, lo llaman El Despistao", tercia la madre sin dudar un instante. El desnortao se ha echao un rato, ha pegao un cabezazo y está pensando muy seriamente en najarse de nuevo a Castellón. Promise land. Quietos paraos. El Pensador de Rodin ve a los gaditanos quietos paraos, prejubilaos, en la hora del café, a media mañana del porvenir definitivo, en cucos, en chándal, con la bolsa parriba pabajo, haciendo mandaos, conjugando gerundios a punta pala. Quietos paraos. Rodin ya se siente gaditano. Mejor dicho, su pensador, porque ya le llama Rodin al muchacho de la estatua. Tiene nombre de franquicia multinacional que explota a sus empleados por medio mundo, la mafia de las gangas. Las cinco y cuarto. El Pensador abre un ojo y se quita de encima al pesao de turno, tate quieto carajo, aquí huele a grifa.
Agustito Rodin y los burgueses de Calais, romancero subtitulado, por un punto una petaca, la guerra de los cien años lleva retraso, como todo lo que pasa por Cádiz, y hasta El Pensador se ha alquilado una habitación en el hotel Francia y París, con vistas al mal, a las flores del mal, con las castas de Baudelaire, Verlaine y demás poetas gabachos, nada que ver con los poetas populares gaditas.
A las puertas del infierno, mejor toparse con el apalancao de Rodin que enfrentarse a los toros evangélicos de Tom Cruyff y su prestigiosa madre. ¿O no? Y es que en Cádiz sobra el arte im-presionista, en dos palabras, y Paco Alba es un neoclásico del pasodoble, y Dante no hubiera pasao ni a semifinales. Arte en la calle, Hártelo en la calle. Nos quedamos de piedra. Rodin en el Inem. Rodin con contrato basura. Rodin listo de papeles. Rodin a la ruta del tapeo. Y su sobrino, tol rato comiéndose el coco. Tiene tiempo de sobra, Lo echaron del infierno, fue descabellado en el matadero gaditano de artistas sin futuro y aquí está el tío, con la oreja pegadita al transistor, escuchando el carrusel deportivo de la liga de las estrellas de las viejas glorias de la historia del arte. El arte en la puta calle. Rodin rey de los mendigos. Digo.