Cuando alguien nombra esta población griega rápidamente todos pensamos en acantilados, casas blancas y mar… azul… pero azul azul. Tan tan azul que no sabes de dónde ha salido ese color tan… azul.
Calles cuidadas, edificios más cuidados aún. Todo es perfecto y es que los habitantes de Oia saben muy bien de lo que viven y lo cuidan al máximo. ¡Es una delicia pasear por sus calles!
Me encantaría volver con mi nueva cámara y con los pocos nuevos conocimientos que tengo de fotografía porque por más que miro las cientos que hice no veo reflejada la maravilla de isla que visité. Y a vosotros, ¿os pasa también que cuando llegáis a casa y descargáis las fotos buscando recordar el paraíso visto no encontráis más que imágenes que no te recuerdan lo vivido?
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