Reconozco que soy el primero que aúlla como un loco cuando pasa algo así. Todavía recuerdo una partida de billar americano con unos amigos, que de una tacada colé 6 bolas. Saltaba como un mono y nos abrazábamos todos como si nos hubiera tocado la Lotería. Es un momento de euforia en estado puro, incomprensible y absurdo, pero es difícil contenerse en ese momento.
Un ejemplo de lo que quiero decir es este video de unos colegas que juegan de noche en un minigolf, cuando una de las pelotas caen en un charco y luego… Bueno, mejor lo vemos: