"La enfermera Thornton se pasó por el pabellón de los enfermos de larga estancia un poco antes de las ocho con una bolsa de sangre caliente para Charlie Manx.
Iba con el piloto automático puesto, con la cabeza en otra parte y no en su trabajo."
No fue la impactante cubierta lo que primero me llamó la atención del título que traigo hoy, sino el ingenioso juego de palabras que supone esta mezcla de letras y números que le da título. Hoy traigo a mi estantería virtual, Nos4a2.
Cuando conocemos a Vic McQueen es una niña con un talento especial. Cuando coge su bicicleta es capaz de atravesar un puente que la conecta con su deseo de encontrar cosas; ya sea una mascota o un brazalete ella llega. Lo que no sabe es el alcance que puede tener su don. Ahora es adulta y recuerda aquello como una suerte de juego imaginativo, hasta que no la queda más remedio que mirar de frente a todos esos detalles que había ido rechazando a lo largo de su vida.
Conocemos también a Charlie Manx, un hombre que ha secuestrado a incontables niños usando su Rolls Royce Espectro para ello. Dice que los saca de hogares que los dañan para llevarlos a Christmasland, un parque de felicidad. No es así exactamente... como tampoco es exactamente un vampiro, aunque cuente con su sirviente.
Este libro es la mayor de las novelas de Joe Hill hasta el momento y también en la que se ha dejado llevar más hacia la fantasía. Da la sensación de que, no sólo ha perdido miedo a ser comparado con su padre (Stephen King) sino que él mismo hará pequeñas referencias al mismo a lo largo de la obra. De este modo los amantes de las novelas de su padre se encontrarán con un mundo mágico, niños con poderes que les dan poder, un coche malvado, bicicletas para correr... y no podrán evitar pensar en La Torre oscura, Christine, It... y sonreírse mientras avanzan por la historia. Una historia que, pese a ser de terror, nos deja pequeños guiños a otras obras cargados de sentido del humor, como el hecho de que Vic cruce un puente lleno de murciélagos y llame a su hijo Bruce Wayne.
Ya en las primeras páginas nos llama la atención el personaje de Vic, una niña que huye buscando cosas, y así la vemos: "huye". Porque su casa no es precisamente el paraíso aunque ella se empeñe en no notarlo en ese momento. La bicicleta es su vía de escape hacia ese otro mundo en el que se puede encontrar justo lo que se necesita y arreglar las cosas, pero también lo es hacia una extraña niña que le hablará de más personas como ellas, y mundos a los que llegar; y le hablará por primera vez del Espectro. Y recibirá sus consejos: No lo busques, ten cuidado que tu don tiene un precio también. Sin embargo ya sabemos nosotros a esas alturas, y aún estamos comenzando la historia, que el encuentro es inevitable. La historia trata precisamente de las consecuencias de ese encuentro y del futuro de ambas partes. Viajamos hasta el presente, un momento en el que Vic tiene que salvar a su propio hijo: la lucha se prevé encarnizada.
Y todo esto lo hace Hill a ritmo de villancicos sin importar que sea pleno verano, tanto en su novela como en el momento que la leemos. Y consigue convertir esa época del año en algo asfixiante y terrorífico y también que tarareemos villancicos mientras vamos leyendo. Retuerce cada rasgo convirtiendo lo que podrían ser pistas de hielo en improvisados almacenes de espectros, el pan de jengibre en una trampa mortal y los árboles adornados en souvenirs. No deja nada al azar para engancharnos al hilo de una novela completa en la que no quiere dejar ningún resquicio, mil y un pequeños detalles van apareciendo para enseñarnos también una historia de amor, de familia, de búsqueda y de redención.
Hoy traigo una novela que, pese a ser voluminosa, se lee con bastante rapidez. Una historia a la que hay que llegar evitando comparaciones con su padre para poder disfrutar de sus letras.
Y vosotros, ¿os cuesta desvincular a determinados autores de sus parentescos, profesiones... a la hora de decidir si leer sus libros?
Gracias
PD. Recordad, no hay que montarse en el coche de personas que no conozcamos. Jamás: