- Presidente del Gobierno de España (1976-1981).
- Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 1996.
- Condecorado con la Insigne Orden del Toisón de Oro en 2007.
- Condecorado con la Real y Distinguida Orden de Carlos III a título póstumo en 2014.
[Fuente de texto: Página web Museo Adolfo Suárez y la Transición]
[Texto compartido en el BlogTURISTAlcalá por AbrahamCG]
"{...} Creo que se premia en mí la obra realizada por todo un pueblo, en definitiva, la forma y el talante con que se llevó a cabo la transición española a la democracia {...}
{...} Con frecuencia se confunde la concordia con el conformismo y con la uniformidad y creo que nada tiene que ver con ellos. Su raíz estriba precisamente en el pluralismo, la libertad y la solidaridad. Sin ellas no es posible la concordia. La concordia jamás se impone, se busca en común y se realiza con el esfuerzo de todos. La lucha política, la controversia, el debate, el disentimiento, el conflicto no constituyen una patología social. No son acontecimientos negativos. Al contrario, a mi juicio, reflejan la vitalidad de una sociedad.
En toda comunidad política existen siempre distintos estratos de opinión; las discrepancias son por tanto naturales, pero hay uno, a mi juicio el básico, el que se refiere a las razones últimas y esenciales que afectan a la raíz de la propia convivencia, en que creo es necesaria la coincidencia de todos y el consenso de la inmensa mayoría, y ese consenso es el cimiento de una sociedad perfectamente moderna. Cuando ese consenso se destruye sobreviene la discordia y nuestro mundo ofrece dramáticos ejemplos de todo esto. Y así como la concordia es capaz de hacer crecer las cosas más pequeñas, la discordia es capaz de destruir las cosas más grandes.
Ese consenso se ciñe a muy pocas cosas y esenciales cuestiones. Tal vez solamente a una: la voluntad firme y profunda de convivir en libertad. Y eso más que una idea es a veces una "creencia", o al menos funciona como tal. Ortega señalaba que a las ideas las sostenemos nosotros pero que las "creencias" son las que nos sostienen a nosotros. Y desde ellas vivimos en común, es decir, convivimos. La convivencia democrática se basa en "creencias". Por tanto, también creemos en los derechos humanos. Creemos en la libertad, en la igualdad, en la justicia, en la solidaridad. Creemos en la democracia y en el Estado de derecho.
En España estas "creencias" se hicieron tangibles en la transición política. Hoy son la coincidencia básica que se fundamenta en el pacto que nos constituye como estado social y democrático de derecho. En la transición nos propusimos todos los españoles la reconciliación definitiva. Y quisimos acabar con el mito de las dos Españas, siempre excluyentes y permanentemente enfrentadas. Pensamos que España o es obra común de todos los españoles, de todos los pueblos que la forman y de todos los ciudadanos que la integran, o simplemente no es España.
La transición fue, sobre todo, a mi juicio, un proceso político y social de reconocimiento y compresión "del distinto, del diferente, del otro español", que no piensa como yo, que no tiene mis mismas creencias religiosas, que no ha nacido en mi comunidad, que no se mueve por los ideales políticos que a mí me impulsan y que, sin embargo, no es mi enemigo sino mi complementario, el que completa mi propio "yo" como ciudadano y como español, y con el que tengo necesariamente que convivir porque sólo en esa convivencia él y yo podemos defender nuestros ideales, practicar nuestras creencias y realizar nuestras propias ideas.
Creo que nadie, en política democrática posee la verdad absoluta. La verdad siempre implica una búsqueda esforzada que tenemos que llevar a cabo en común, desde el acuerdo de convivir y trabajar juntos. A esta convivencia libre y pacífica, a esa concordia, nos impulsa como necesidad no solamente el pasado histórico, sino el presente y el futuro. Esa concordia está fundada en realidades comunes económicas, sociales y políticas que, a mi juicio, son indiscutibles.
Todos los españoles teníamos que llegar -sin abdicar de nuestras propias ideas y creencias- a un acuerdo esencial, a un pacto fundamental de concordia que es necesario renovar cada día {...}
{...} Ese acuerdo ha de reflejar lógicamente la necesidad que tenemos de afrontar juntos, en forma solidaria, el futuro, que a todos nos concierne y hasta la energía, la esperanza y el optimismo con que debemos hacerlo.
Creo que la piedra angular sobre la que, en nuestra transición, se asentó la democracia, consistió, precisamente, en la implantación política y vital de la concordia civil. Y eso debíamos conseguirlo desde el pluralismo que, realmente, se daba entre nosotros. Desde la tolerancia y desde la libertad {...}
{...} Alguien ha dicho que en la transición conseguimos los españoles en doscientos días lo que no habíamos logrado en doscientos años {...}
{...} En la transición trabajamos un grupo de personas con todo el pueblo español por la comprensión, la tolerancia, el diálogo y la concordia. Hemos intentado e intentamos desterrar los viejos hábitos de la prepotencia, la intolerancia, el dogmatismo, la discordia y la insolidaridad. Ese fue -y sigue siendo- mi talante personal y político. En algún momento he llegado a pensar que yo fui víctima política de la práctica de la concordia. Pero si así fue, me enorgullezco de ello {...}
{...} Si la concordia fue posible hace veinte años, pese a los obstáculos que a ella se oponían, creo que no podemos dudar de la capacidad de los españoles de hoy y del futuro... Hemos demostrado nuestra aptitud para la convivencia en libertad. Hoy debemos consolidar nuestra voluntad de concordia {...}
{...} Hoy, sobre todo, los españoles somos conscientes de que cualquier violación de los derechos humanos o de la dignidad de la persona, que se produzca en nuestro país o en cualquier otro lugar del mundo, constituye asimismo una violación que se hace a nuestros derechos y a nuestra dignidad personal. Y debemos actuar con la solidaridad debida y con la eficacia necesaria.
La España de hoy, con sus luces y sus sombras, apenas tiene que ver con las zozobras de la España de ayer. Somos un pueblo que ha superado muchísimos problemas en estos años, pero que debe seguir aprendiendo la gran lección de la concordia, de la convivencia en libertad y en justicia. En el futuro yo creo que España podrá superar cuantas dificultades se le planteen y realizar su decisiva aportación a la concordia de las naciones. Y para ello creo que los españoles puede que sólo tengamos que hacer una cosa: cultivar, día a día, allí donde nos encontremos, la buena semilla de la concordia {...}"
>AQUÍ+INFOadolfoSUÁREZ//museoadolfosuarezylatransicion.com
IÑAKI AZKUNA URRETA_
- Alcalde de Bilbao (1999-2014).
- Sobresaliente gestión municipal 2009-2012 al Ayuntamiento de Bilbao por Transparencia Internacional España.
- Premio Alcalde del Mundo 2012 por la Fundación City Mayors.
[Texto compartido en el BlogTURISTAlcalá por AbrahamCG]
"Una puerta abierta al futuro...
Bilbao es una ciudad de fuerte personalidad, que ha sabido cuidar sus tradiciones y adelantarse siempre a su tiempo.
En apenas tres décadas, Bilbao ha pasado de ser una ciudad con graves problemas medioambientales y con un sistema industrial en crisis estructural, a convertirse en una de las ciudades más atractivas de Europa para vivir, visitar e invertir.
Nuestra tarjeta de presentación muestra a Bilbao como una moderna ciudad europea, dotada de espacios urbanos atractivos, arquitectura de gran calidad y una oferta cultural, gastronómica y de ocio de primer nivel, al servicio de una región industrial tecnológicamente avanzada y bien posicionada en el ámbito de los negocios.
Los bilbainos estamos orgullosos del Museo Guggenheim, pero también de los reflejos del titanio en las recuperadas aguas de la Ría.
Para nosotros es un placer recorrer los nuevos paseos de ribera que conectan el corazón medieval del Casco Viejo con la arquitectura de vanguardia que ha convertido a Bilbao en referencia internacional.
Contamos a los visitantes que el Palacio de Congresos y de la Música Euskalduna es un edifico-buque que se levantó en los terrenos del antiguo astillero; y que la Alhóndiga, el viejo almacén de vinos y licores, es ya un centro de referencia para el desarrollo y difusión de la cultura urbana.
Y les recomendamos dar un paseo por el monte Artxanda, desde donde pueden admirarse las mejores vistas de la ciudad.
Los urbanistas definen los cambios experimentados por Bilbao durante las últimas tres décadas como una revolución urbana. A mí me gusta más hablar de un proceso de transformación urbana que, por cierto, continúa su evolución.
Porque junto a los grandes proyectos urbanísticos de Abandoibarra, Ametzola, Miribilla, Basurto-San Mamés y Zorrotzaurre, Bilbao ha sabido dotarse de un nuevo modelo de ciudad sostenible y de escala humana, basado en el equilibrio urbanístico, social, económico y medioambiental.
Una vez más, la innovación y la capacidad del pueblo de Bilbao para reinventar constantemente la ciudad nos permiten mirar al futuro con optimismo y con afán de superación.
Algo parecido ocurrió cuando en 1300 Bilbao se convirtió en Villa Franca desgajada del resto de Bizkaia; cuando en 1511 creó el Consulado de Bilbao, antecesor de la Cámara de Comercio y de otras instituciones similares en el resto de Europa; y cuando, a finales del siglo XIX, emprendió su prodigioso despegue financiero e industrial.
Es bueno conocer la historia para saber de dónde venimos y a dónde vamos. En el caso de Bilbao, la historia demuestra que el secreto de su éxito radica en apostar siempre por nuevos horizontes que nos permiten avanzar como ciudad y como sociedad.
Nos queda mucho por hacer. Entre otras cosas, luchar denodadamente contra la crisis que asola al país y a medio mundo. Nos queda también el camino de la paz y la creación de riqueza para poder remediar muchas situaciones penosas. Eso también es una tarea donde espero contar con todos los bilbaínos."
>AQUÍ+INFOiñakiAZKUNAayuntamientoBILBAO//bilbao.net