NOSOPOLÍTICA DE LOS DISCURSOS BIOMÉDICOS EN COLOMBIA ENTRE FINALES DEL SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL XX AUTORES DEL LIBRO William Mauricio GonzálezJuan Carlos Alegría MontañoManuel Fernando Arce Bejarano RESEÑADesde la perspectiva histórico-filosófica iniciada por Michel Foucault (genealogía arqueológica), este libro se esfuerza por describir un archivo histórico particular a la historia colombiana y latinoamericana, pero también por narrar esas vidas infames que han padecido las prácticas de dicho archivo. El mejor homenaje que se puede hacer a un autor, no es repetirlo, es poner en ejercicio su práctica investigativa. Además están los hechos: los archivos históricos contradicen la historia teleológica y lineal del progreso y de los grandes héroes a la que estábamos acostumbrados. Este libro trata de una historia “menor”, no más pequeña y sin importancia, trata de la vida de los “hombres infames”. Es a la vez un testimonio del “archivo histórico” y una “antología de las existencias”. “De vidas contadas en unas cuantas líneas o en algunas páginas, de desgracias y aventuras sin nombre, recogidas en un puñado de palabras. Vidas breves encontradas por azar en libros y documentos. Son exampla, pero –a diferencia de eso que los virtuosos recogían en el curso de sus lecturas- estos son ejemplos que contienen menos lecciones para meditar que breves efectos en los cuales la fuerza se apaga casi enseguida”. Esta historia filosófica también puede valer como una arqueología del racismo, como la cofradía de los grandes saberes (medicina, psiquiatría, psicología, criminología…) entre finales del siglo XIX y principios del XX: “Hernando el indio ladino de la nación pijao, sacado de la cárcel y montado en caballo en 1615, llevado por las calles de Santa fe de Antioquia para el escarnio público, puesto en una horca de tres palos y luego de muerto siendo su cuerpo abrazado por el fuego junto al animal con el que el reo cometió el infame acto de copular; Francisco Peña, vecino de Somondoco, vago y desobediente, acusado por su hermana en 1783 de sodomizar a las gallinas del corral de su patrón en su infancia y condenado por vagancia a las mazmorras de Cartagena de Indias. Miss Julia Pastrana nacida en México en 1832 y exhibida públicamente alrededor del mundo como «la mujer más horrible de todos los tiempos», la «mujer gorila»; Máximo y Bartola, nacidos en San Salvador y vendidos por su madre al poco tiempo de nacer, rotulados en el museo viviente de las monstruosidades como los enanos descendientes de la “idiota” cultura Maya; la giganta Ana Swan o la mujer barbuda y la sirena de Fidji y los indios fueguidos de la Tierra del Fuego presentados en el Jardin Zoologique D´Acclimatation de París creado por el célebre Isidore-Geoffroy Saint Hilaire; o el General Mosquera, Laureano Gómez y el gamonal local, señalados como monstruos políticos sometidos a test y análisis exhaustivos. Todos estos personajes, han valido como tácticas y estrategias para mantener el poder imperante, pero también para moldear el imaginario de lo que somos y del destino que padecemos.”