Nosotros, los salafistas

Publicado el 28 octubre 2011 por Cronicasbarbaras

Hay una ley empírica del islam como sistema político, social, económico, religioso y psicológico: cuando algunos grupos de fieles desatienden los ritos que controlan sus mentes y cuerpos, los imanes o los ayatolas inician revueltas, generalmente violentas, que restablecen la ortodoxia.

Esta ley se ha cumplido inexorablemente durante los 1432 años islámicos. Y está imponiéndose en los levantamientos norteafricanos donde nosotros, la OTAN, ayudamos al retorno del salafismo a Libia.

Como ocurre lentamente con el regreso a la pureza en Turquía, corrompida por el laicismo de Atatuk desde 1922.

Buen ejemplo para los españoles es el de Al-Andalus: tras la conquista árabe de la antigua Hispania nacían asiduamente en su seno grupos que bebían vino y adquirían costumbres infieles.

Los reprimían con pogromos locales y con invasiones salafistas provenientes del norte de África, como las de los almorávides y los almohades, que serían los Bin Laden, los Hermanos Musulmanes y los Ayatolá Jomeini de hoy.

Consecuencias: guerras, disputas tribales, división en reinos taifas, y facilidades para la Reconquista hasta la expulsión del islam.

Así ha ocurrido y así vuelve a ocurrir: no hay libertad de conciencia para que surja una Ilustración que rompa el bucle fanático.

Sólo pervive el control mental a través de unos ritos estrictos, repetitivos, públicos y obligatorios.

Situación que es atractiva para el hombre: el salafismo de la llamada primavera árabe lo halaga haciéndolo superior, reafirma su virilidad, y le regala más desarmada aún la mitad del mundo, la mujer.

Ahora, con nuestra ayuda, vuelven a caer en el islamismo más reaccionario los países norteafricanos, como Libia, y posiblemente Egipto y Túnez. El siguiente, Siria.

Sustituyen la dictadura del nacionalismo panarabista por la mayor dictadura de la sharia.

El salafismo crece y, además de en países islámicos, impone ya sus leyes en muchos barrios de ciudades europeas.

Es un volver a empezar hace 1432 años, retornar al medioevo ignorante y más pobre aún, tejiendo de día y destejiendo de noche, como Penélope.

No parece que llegue la primavera árabe, sino la noche invernal.

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SALAS